Debido a que la empresa está a punto de salir a la bolsa, un divorcio podría afectar gravemente ese proceso.
¿Por qué Joel había cambiado de opinión tan de repente?
Dolores no quería que Joel y Brenda se divorciaran, al menos no en ese momento.
Y es que Brenda cocinaba tan sabroso, que incluso el chico más guapo de la escuela, Matías Feliciano, se había vuelto fan de su comida.
Cada mediodía, ella le llevaba la comida a Matías y almorzaban juntos, solos, en la pequeña azotea del edificio.
Aunque Matías casi nunca le dirigía la palabra mientras comían, para Dolores esos silencios compartidos se sentían como un pequeño paraíso exclusivo para los dos.
Si Brenda dejaba de llevarle comida, ¿cómo iba a seguir viendo a Matías a solas?
Dolores salió disparada detrás de Brenda hasta su cuarto.
—¿Qué te pasa? ¿Cómo que tú y Joel ya se divorciaron? ¡Aunque Joel quiera divorciarse, podrías seguir insistiendo! Si algo sabes hacer, es no darte por vencida.
—Brenda, hazme el favor de ir a pedirle perdón a Joel. Y si de plano no se puede, pues arrodíllate y pídele disculpas. Joel es de corazón noble, seguro te perdona.
—Oye, Brenda, ¿me estás escuchando o qué?
Brenda ya había terminado de guardar su ropa en la maleta y, sin decir palabra, cerró el equipaje de un golpe.
—Dolores, yo soy la que quiere divorciarse de Joel. Ya no quiero que ustedes se aprovechen de mí ni un día más.
—¿De qué hablas, Brenda? ¿A quién llamas aprovechado? Si no fuera por Joel, ¿crees que podrías vivir así, entre lujos y comodidades? ¿No es tu deber atendernos a todos?
Dolores hablaba con arrogancia, pero Brenda no tenía ganas de seguir discutiendo. Prefirió enfocarse en empacar el resto de sus cosas.
En ese momento, Carolina, preocupada, decidió llamar a su hijo.
—Joel, ¿qué está pasando? Brenda dice que ya se divorciaron y ahora está empacando para irse de la casa.
Joel estaba en plena junta cuando escuchó el nombre de Brenda, y de inmediato un fastidio le recorrió el pecho.
Llevaba toda la tarde esperando que Brenda fuera a disculparse, pero ella ni sus luces.
Con desdén, respondió:
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