Verónica no se preocupaba en absoluto.
Brenda no era ninguna ingenua; al contrario, desde joven había sido una genio en ciencias, con una mente sumamente lógica.
Quizá el único gran error de su vida había sido casarse con Joel.
—¿Y los demás bienes? ¿También los dividiste con Joel como se debe? —preguntó Verónica, con tono serio.
Brenda respondió sin titubear:
—Tú sabes que en realidad no tenemos muchos bienes en común. Estos dos últimos años, todo lo que él ganó se quedó en la empresa. Nuestro único patrimonio conjunto fue el bono de dos millones que recibimos el segundo año de la empresa, cuando el negocio explotó. En ese entonces, yo era la directora técnica y, además, la esposa del jefe. Por eso, la contabilidad depositó ese dinero directamente en mi cuenta bancaria.
Se acomodó un mechón de cabello y agregó:
—Eso es todo lo que compartimos. Hoy en la mañana ya le transferí un millón. Así que ahora estamos tablas, ni él me debe ni yo a él.
Verónica se cruzó de brazos, indignada.
—¿Cómo crees? Todo el esfuerzo que pusiste en estos años, ni con un millón se compensa. Si no fuera por ti, ¿de dónde habría salido su empresa? Ni siquiera pediste acciones... y encima le das la mitad del dinero. De verdad, eres demasiado buena onda, y él lo sabe.
Aunque estaba consciente de que Brenda no necesitaba ese millón, la injusticia le revolvía el estómago.
Brenda, sin embargo, esbozó una sonrisa tranquila:
—No te preocupes. Ese millón, en menos de tres días, va a regresar a mi cuenta. Ya lo verás.
...
Mientras tanto, Joel iba manejando su carro Chery QQ rumbo al Centro Serenidad Materna.
Marisol estaba en su habitación haciendo yoga posparto.
A pesar de haber dado a luz hace poco, su silueta seguía esbelta, casi como la de una adolescente.
Joel se quedó en la puerta, observando en silencio, atrapado por la escena.
Marisol giró la cabeza y, al ver a Joel, le regaló una sonrisa llena de alegría.
—¿Joel, viniste? —exclamó, con los ojos brillando.
Joel entró con paso relajado, sintiendo cómo ver la cara radiante de Marisol le levantaba el ánimo.
—Andaba haciendo unas vueltas cerca de aquí, aproveché para pasar a verte un rato —dijo, fingiendo que era casual, aunque en el fondo solo quería estar ahí.
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