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La Doctora que Destruyó su Imperio romance Capítulo 33

Ahora que lo pensaba bien, Joel ni siquiera se había dignado a decirle un “te amo”.

Durante tantos años, parecía que siempre era ella quien iba tras de él. Antes de que él siquiera abriera la boca para pedir algo, ella ya se lo llevaba, como una niña ansiosa por recibir una caricia o una palabra de aliento.

Pero nunca obtuvo lo que en verdad buscaba.

Un sabor amargo le recorría el pecho, como si cada recuerdo le apretara el corazón.

En ese momento, el celular de Brenda comenzó a sonar.

Sacó el teléfono de su bolso y, al ver el nombre en la pantalla, tanto Brenda como Alfredo fruncieron el ceño casi al mismo tiempo.

La pantalla mostraba: [Esposo]

Brenda tomó el celular y se alejó un poco antes de contestar.

—¿Qué quieres? —su voz sonó cortante, sin pizca de calidez.

Del otro lado, Joel respondió con un tono todavía más seco:

—Brenda, ¿desde cuándo aprendiste a no volver a casa por la noche?

Brenda escuchó eso y no pudo evitar soltar una carcajada.

—Joel, ¿ya se te olvidó que estamos divorciados?

—¿Otra vez con lo del divorcio? Brenda, ¿hasta cuándo vas a seguir con tus caprichos?

Sin darle oportunidad de responder, Joel continuó hablando:

—No tengo tiempo para tus juegos. Escucha, te llamo por algo serio: mi mamá ya no tiene el medicamento para la diabetes, compra más y llévalo a la casa. Y deja la llave del carro en el mueble de la entrada, mañana tengo que ir al banco y no pretenderás que vaya en tu Chery QQ.

Joel hizo una pausa breve y remató:

—Listo, me tengo que meter a junta. Regresa a casa, en la noche ceno contigo.

Y colgó sin más.

A Brenda le pareció el colmo de lo absurdo.

Era claro que Joel le había llamado solo para darle una salida decorosa. Quizás porque Carolina aún necesitaba de sus cuidados, o tal vez porque quería recuperar el Rolls Royce.

Pero estaba tan acostumbrado a estar por encima de ella que, para él, decir “esta noche ceno contigo” era el mayor favor que podía concederle.

Antes, Brenda estaba tan enfrascada en la relación que no lo veía.

Ahora, por fin, había abierto los ojos.

Por supuesto que no pensaba regresar.

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