—A ver si guardaste mi número en tu celular.
Justo después de que Alfredo le llamara, Brenda lo guardó sin pensarlo mucho.
Pero cuando Alfredo revisó su celular, su ceño se frunció de inmediato.
Luego, sus dedos se movieron rapidísimo sobre la pantalla.
Pasaron unos segundos antes de que por fin le devolviera el celular a Brenda.
Alfredo levantó ligeramente la ceja, con una sonrisa en los labios.
—Buenas noches, señora Feliciano.
Dicho esto, salió del cuarto de Brenda.
Brenda sintió que algo no terminaba de cuadrarle.
Bajó la mirada para revisar su celular.
Resulta que, en vez de tener el contacto guardado como “Alfredo”, ahora aparecía como “Mi Amor”.
Sin saber por qué, a Brenda se le escapó una sonrisa.
Pero entonces, notó que había un nuevo contacto en su lista: alguien identificado como [Payasito].
Ella no recordaba haber guardado nunca ese número.
Justo en ese momento, su celular comenzó a sonar.
El nombre que parpadeaba en la pantalla era, precisamente, [Payasito].
Movida por la curiosidad, Brenda contestó la llamada.
La voz de Joel se escuchó al otro lado:
—Brenda, por fin te dignaste a contestarme.
Su tono sonaba tenso, como si estuviera conteniendo la rabia.
En cuanto Brenda oyó la voz de Joel, lo primero que vino a su mente fue el apodo de “Payasito” que Alfredo le había puesto. No pudo evitar que se le dibujara una sonrisa burlona. Murmuró para sí:
—Qué infantil.
Joel, en la otra línea, no alcanzó a entender lo que Brenda decía, pero sí notó ese dejo de diversión en su voz.
—Brenda, ¿cómo puedes reírte? ¿Sabes desde dónde te estoy llamando? ¡Toda la familia estamos viviendo en un hotel!
—¿Y eso a mí qué?
—¡Si no hubieras vendido la casa por tu cuenta, no estaríamos así!
Joel sentía una mezcla de enojo e impotencia.
Al día siguiente, no le quedó de otra más que irse manejando ese carro Chery QQ rumbo a Consultoría Jurídica Élite.
Iba decidido a esperar ahí lo que hiciera falta.
Sabía que, en estos años, Brenda apenas había tenido amigos.
Solo Verónica.
Cada vez que Brenda tenía problemas y no tenía a dónde ir, terminaba buscándola.
Cuando Verónica lo vio llegar, casi puso los ojos en blanco, pero por el convenio entre Futurismo Transparente y Consultoría Jurídica Élite, no podía echarlo de inmediato.
Así que, con sarcasmo, le soltó:
—¿Qué milagro que el señor Joel se aparece por aquí?
Joel fue directo al grano:
—Abogada Verónica, sé que eres amiga de Brenda. Quiero pedirte que la convenzas, ¿sí?
Verónica soltó una risa seca.
—¿Que la convenza de qué? ¿De que regrese contigo para que tú y tu familia la sigan explotando, exprimiendo su dinero y tratándola como la tonta de la historia?

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