La Heredera del Poder romance Capítulo 2991

Gabriela y Sebastián salieron al patio.

Al verlos irse, Hanna no pudo quedarse tranquila. Quería acompañarlos afuera, pero no encontraba ningún pretexto para hacerlo. Así que no le quedó más remedio que seguir jugando cartas.

Gabriela y Sebastián respiraron el aire fresco.

—Ya me estaba asfixiando ahí adentro —dijo Gabriela, estirándose como si nada.

A ella nunca le importaban las formalidades. Hacía lo que quería, y para colmo tenía una gracia natural que hacía que hasta el más simple de sus gestos se viera elegante.

Sebastián se rió.

—¿Entonces por qué no saliste antes?

—Porque faltaba uno. Me daba pena dejar la mesa, —respondió Gabriela, y añadió—: Además, gané en la primera ronda. Ya sabes cómo es: el que pierde nunca propone terminar el juego, y si eres el que gana, ni se te ocurra ser el primero en decir que ya no quieres jugar.

—Mira nada más, no sabía que existía esa regla —comentó Sebastián, divertido.

Gabriela sonrió.

—Obvio, siempre tienes a todos pendientes de ti. Así cualquiera no se entera de esas cosas.

Sebastián giró suavemente un rosario entre los dedos y le dijo:

—¿Y de qué me sirve? Si ahora soy yo el que anda detrás de ti.

Gabriela soltó una carcajada ligera.

Se dio cuenta de que últimamente cada vez le costaba más ganarle a Sebastián en los intercambios de palabras.

Mientras tanto, del otro lado de la casa, Lys acompañaba a Ian a conocer a los parientes.

La familia de Lys era tan numerosa que Ian ya sentía que le daba vueltas la cabeza.

—Lys, ya me estoy perdiendo, no distingo quién es quién —le confesó.

—No te preocupes —dijo Lys, sonriendo—. Solo sígueme y saluda cuando yo salude. Mira, aquel de allá es mi primo Víctor, está en la maestría, segundo año.

—Perfecto —asintió Ian.

Los dos se acercaron a Víctor.

—¡Víctor!

—¡Lys!

Víctor miró fijamente a Ian y luego volvió la vista a su prima.

—Te conseguiste un buen novio, te felicito. Tienes buen gusto.

—Gracias, Víctor —respondió Ian.

Víctor abrazó por los hombros a Lys y la apartó un poco.

—Oye, Lys, tengo que preguntarte algo, ven conmigo un momento.

—Bueno —aceptó ella.

Salieron un momento.

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