—¿Así que ese era tu verdadero objetivo? —El rostro de Lucas estaba lleno de tristeza—. En realidad, debí haberlo sospechado antes. Tu tía Sofía nunca fue una persona cualquiera. En el fondo, ella nunca nos menospreció... El verdadero motivo por el que no querías que yo fuera a su casa era para terminar conmigo, ¿verdad?
Ciudad Real siempre había sido una ciudad de luces, fiestas y tentaciones. Era normal que chicas jóvenes y bonitas se perdieran en ese ambiente.
Pero Lucas no podía resignarse.
¡Después de diez años de relación, su novia le estaba diciendo que quería terminar, así, tan fácil!
¡Si ya estaban hablando de boda!
—Sí —Cecilia respiró hondo, tragándose el llanto—. Ya que lo sabes, no tengo nada más que esconder. Acertaste en todo. Lucas, desde hoy, se acabó lo nuestro. No quiero tener nada más que ver contigo.
Y sin mirar atrás, Cecilia se fue.
Lucas se quedó ahí, inmóvil.
Después de un rato, recogió la taza de leche que había caído al suelo, caminó hasta la esquina y la tiró al basurero. Se agachó en el rincón, cubriéndose el rostro con las manos, y lloró a gritos, sin importarle en lo más mínimo el qué dirán.
En ese momento, sonó el teléfono.
Era uno de sus compañeros del trabajo.
Si lo llamaban ahora, seguro era algo importante. Lucas se obligó a dejar de llorar, tratando de sonar normal, y contestó—. ¿Hola?
—¿Hola, jefe Fuentes? De la oficina de los clientes dicen que hubo problemas con la propuesta. ¿Dónde está usted ahora?
—Bien, llego en unos minutos. Nos vemos a las nueve.
Colgó y ya no tuvo tiempo para la tristeza. Rápido pidió un taxi de vuelta al hotel.
Ciudad Real tenía la fama de ser caótica en el tráfico.
Después de media hora atascado, por fin llegó al hotel.
Lucas bajó del coche apurado.
Para entonces, ya había guardado toda su tristeza en lo más hondo de su corazón. No se le notaba absolutamente nada.
Subió al cuarto y se puso de inmediato a trabajar.
...
Por otro lado.
Cuando Cecilia llegó a la casa de los Lozano, Selena corrió a preguntarle—: ¿Y? ¿Qué tal? ¿Lo hablaron todo?
—Sí —respondió Cecilia, con el corazón hecho pedazos.

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