Entrar Via

La Heredera del Poder romance Capítulo 3110

Dentro de la casa había siete u ocho niños, todos hablando al mismo tiempo y haciendo preguntas, tanto que Gabriela ya no sabía a quién contestar primero.

Abel, el mayor del grupo, dijo en voz alta: —Tía Gabi, si te casas, ya no vas a poder vivir aquí. Después seguro que ya no te vamos a ver nunca más.—

Apenas escucharon eso, Dino y Alex corrieron a abrazar a Gabriela, casi al borde del llanto: —¡Tía Gabi, no te cases, por favor!—

—¡Tía Gabi, no te cases!—

—¡Sebas es malo! ¡Ya no me cae bien Sebas!—

Gabriela, rodeada por esa tropa revoltosa, solo pudo reírse: —Bueno, bueno, está bien. Tía Gabi no se va a casar.—

Ya con la cosa así, Sebastián no aguantó más y se acercó sonriendo: —Tranquilos, enanos. Aunque me case con su tía Gabi, la van a poder ver igual. Es más, hasta van a tener a alguien más que los quiera un montón.—

—¿A quién?—preguntó Abel, intrigado.

—A su tío, por supuesto.—

Abel pensó un momento y preguntó: —¿Quién es el tío?—

Sebastián sonrió, —Cuando su tía Gabi y yo nos casemos, yo voy a ser su tío político, y les prometo que hasta los voy a querer más que su tía Gabi.—

—¿De verdad?—preguntó Abel, abriendo mucho los ojos.

—Por supuesto que sí.—Asintió Sebastián, y luego añadió: —Abel, ¿a ti te gusta la princesa Elsa, verdad?—

—Sí.—Abel asintió, un poco avergonzado.

—Yo puedo invitar a la princesa Elsa para que venga a jugar contigo.—

—¿De verdad?—El asombro se le notaba en la cara.

—Claro que sí.—

—¡Gracias, Sebas!—Abel casi gritó de la emoción.

Aunque Abel era niño, desde pequeño le fascinaban las princesas como Elsa y Blancanieves; de hecho, tenía un carácter bastante dulce.

Sebastián miró a los otros: —Dino, Alex, ¿ustedes son fanáticos de Superman, no?—

—¡Sí, sí!—

—Pues puedo invitar a Superman a la casa para que pase un rato con ustedes.—

—¿Y puedo pedir que venga Spider-Man?—preguntó Dino.

Sebastián asintió con la cabeza.

—¡Y también nos gusta Hulk!—

Sebastián sonrió: —Cualquier héroe que les guste, yo se los puedo traer, pero con una condición.—

—¿Qué condición?—preguntaron todos, atentos.

—Que se porten bien.—

—¡Sí, sí, prometido!—

En menos de diez minutos Sebastián ya se había ganado a todos los niños, y Gabriela lo miró, levantando una ceja, sorprendida.

Este hombre, pensó, de verdad que sabe cómo manipular a la gente.

Ya sin los niños pegados a ella, Sebastián por fin pudo sentarse junto a Gabriela. —¿Qué tal? ¿A poco no soy bueno en esto?—

—Eres muy bueno.—Gabriela asintió, sonriendo.

—Yo también lo creo,—dijo Sebastián, jugueteando con un rosario entre los dedos y con una sonrisa pícara,—pero de nada sirve, porque por más bueno que sea, igual termino a tus pies.—

Gabriela se rió: —¡Qué cosas dices!—

—Te lo digo en serio.—Sebastián la miró de frente y le habló con honestidad: —Gabi, todos los días espero que el tiempo pase más rápido.—

—¿Por qué?—preguntó Gabriela.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Heredera del Poder