Ella y Lucas llevaban diez años juntos.
Para Cecilia, después de tanto tiempo, lo lógico era que al terminar con Lucas, él se desmoronara y le rogara que no lo dejara.
Pero nada de eso pasó.
Lucas, lejos de suplicarle, fue tajante y le dijo que a partir de ese momento entre ellos no quedaba absolutamente nada.
Diez años de su vida, de su juventud, y todo para descubrir que Lucas era un patán.
Ahora, Cecilia se arrepentía muchísimo, sobre todo de no haber terminado antes con él. Si lo hubiera hecho, tal vez ahora hasta sería la esposa de algún millonario.
Apretó los dedos, llena de rencor. En ese instante, la poca culpa que sentía se esfumó por completo.
—Cecilia...—
Justo entonces, la puerta se abrió desde afuera.
Cecilia secó rápidamente las lágrimas de su rostro, se volteó y sonrió: —¡Mamá!—
Selena le devolvió la sonrisa: —¿Cómo te fue en la cita de hoy, Cecilia?—
—Bien, mamá,— respondió ella, con tono animado.
—¿Y Luka qué onda?— preguntó Selena, mirándola con curiosidad.
—¿A qué te refieres?— preguntó Cecilia, haciéndose la desentendida.
Selena insistió: —Que si ya te dijo cuándo te va a llevar a conocer a sus papás, o cuándo van a formalizar… esas cosas.—
Selena no era rica, pero bien sabía lo importante que era el “título” para las familias de su círculo. Mientras Cecilia no tuviera un compromiso formal, su posición no estaba asegurada.
Cecilia negó con la cabeza: —Todavía no ha dicho nada.—
Selena entrecerró los ojos: —¿Y entonces qué pretende?—
Cecilia se lo pensó un momento: —Pues, por cómo actúa, yo siento que sí me ve como su novia formal, como alguien con quien casarse.—
—¿De verdad?— preguntó Selena.
—Sí,— asintió ella,— y si no te quedas tranquila, podrías ir a hablar con Sue, al fin que ella es la que nos presentó.—
Lo de comprometerse era mejor que lo propusiera Sue, la casamentera.

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