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La Heredera Revelada: El Camino del Poder romance Capítulo 16

—¡Claro, claro!

Justo en ese momento, el celular de Simón vibró en su bolsillo. Al sacarlo y echar un vistazo a la pantalla, su expresión cambió drásticamente.

—Voy a tomar una llamada.

Fidel, que había notado el cambio en su hijo, no dejó que su mirada delatara nada, aunque masticaba con más fuerza, como si ya intuyera quién podía estar al otro lado de la línea. Aurora, por su parte, no prestó demasiada atención; aún estaba pensando en el asunto de Carolina.

—¿Hola?

Simón se encontraba frente a la puerta de la destartalada casa, apoyado casualmente con una pierna sobre las raíces de un viejo árbol. Su tono era cualquier cosa menos amigable.

Hubo unos segundos de silencio antes de que una voz profunda y grave se escuchara del otro lado.

—Señor Simón, soy Dante Olivera.

—Ya sé quién eres. ¿Qué quieres decirme?

La idea de que su hermana Aurora estuviera comprometida desde pequeña con el segundo hijo de los Olivera, Dante Olivera, siempre le había resultado irritante a Simón.

—Me enteré de que la señorita Lobos ha regresado a la familia. Quisiera hablar sobre el compromiso.

La noticia había viajado rápido. Apenas había traído de vuelta a su hermana, y Dante ya estaba al tanto. ¿Acaso había estado vigilando a la familia Lobos todo este tiempo?

Simón soltó un resoplido.

—Está bien, ¿cuándo?

—El señor Simón puede decidir.

—Esta tarde mismo. Escoge un lugar y llevaré a mi hermana.

Dicho esto, Simón colgó sin más preámbulos, sin preocuparse por la cortesía. Siempre había querido terminar con ese compromiso, y ahora que Dante había dado el primer paso, no veía el momento de llevar a su hermana y resolver todo.

"¡Dante, con sus treinta y dos años y esa discapacidad! ¿De verdad cree que puede ser el esposo de mi querida hermana? ¡Ni pensarlo! Mientras yo esté aquí, nadie se la llevará", pensó Simón.

Al regresar a la casa, Aurora acababa de dejar los cubiertos. Simón, sin perder tiempo, se acercó y le tomó la mano.

—Hermana, ¿ya comiste bien? Vamos a dar una vuelta.

Simón respiró aliviado.

—Eso está bien. La verdad, te traje aquí para decirte que cuando eras pequeña, tenías un compromiso...

—¿Quiere romperlo? —interrumpió Aurora.

Simón se quedó perplejo. Dante no había mencionado nada sobre romper el compromiso. Asintió con determinación.

—Sí, así es. Dice que somos demasiado pobres para él y que no eres digna.

—Está bien.

Aurora no deseaba casarse tan pronto; aún tenía muchas cosas por hacer.

Con la respuesta de Aurora, Simón se sintió seguro. Entraron al restaurante con paso firme, y de inmediato reconocieron al hombre junto a la ventana.

—Mira hermana, es el que está en la silla de ruedas —dijo Simón, con intención de hacerle ver lo peor de Dante.

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