La Heredera Revelada: El Camino del Poder romance Capítulo 186

—¡Eduardo, eres un imbécil!— gritó Elvira, llena de furia.

Eduardo, herido en su orgullo, respondió enfadado:

—¡Esta es mi empresa! ¡Hago lo que quiero con ella! ¿Quién eres tú para decirme qué hacer?

Con un gesto decidido, agarró el contrato de transferencia de acciones sobre la mesa y se lo entregó a Aurora.

—Aurora, firma. No les hagas caso. Firma y Grupo Narváez será tuyo.

Elvira, al ver el documento, se enfureció aún más y se lanzó sobre Eduardo, gritando:

—¡Voy a romper este contrato! ¡No permitiré que le des Grupo Narváez a esa mocosa!

La sala de reuniones se convirtió en un caos.

Los guardias de seguridad intentaban separar a los dos.

Los accionistas se miraban sin saber qué hacer.

Nadie esperaba que la reunión de Grupo Narváez terminara en semejante desastre.

Aurora observaba la escena con interés, como si no estuviera involucrada.

Hasta que Mónica, llena de odio, se acercó a ella:

—¡Aurora! ¡No finjas ser inocente! ¡Todo esto fue planeado por ti, verdad? Te acercaste a nuestra familia Narváez solo para esto. ¡Tu objetivo es Grupo Narváez, ¿no es cierto?!

Aurora finalmente dirigió su mirada hacia Mónica, hablando con una calma despreocupada:

—Señorita Narváez, le das demasiada importancia a Grupo Narváez.

—No tengo el menor interés en su empresa familiar.

Despacio, Aurora se acercó a la mesa, tomó el contrato arrugado que Elvira y Eduardo habían estado peleando y lo revisó con indiferencia.

—Sin embargo...

Fabio era su abogado, ¿cómo se atrevía a decir que el contrato no se podía firmar?

—Auri—, habló una voz masculina, profunda y ligeramente fría, captando la atención de todos.

Dante, en su silla de ruedas, estaba en la puerta, con Marcelo empujándola serenamente detrás de él.

Aurora no esperaba la llegada de Dante.

Levantó una ceja, divertida, mientras observaba la relación entre Eduardo y Fabio.

Mónica, al ver a Dante, se quedó paralizada, un destello de pánico en su mirada.

—Señor Dante, ¿qué hace aquí?

Dante no le prestó atención. Su mirada penetrante se posó en Aurora, mientras una ligera sonrisa aparecía en sus labios:

—Si no venía, todos ustedes habrían devorado a mi prometida.