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La Otra Familia en Sus Publicaciones romance Capítulo 191

Cerca de la medianoche, Noelia regresó a casa abrazando varios peluches. Apenas entró, notó de inmediato a Raúl sentado en el sofá.

Sus ojos se posaron rápidamente en una caja negra con contraseña que estaba sobre la mesa, pero Noelia cruzó la sala con la misma tranquilidad de siempre, sin dejar ver nada.

Raúl no pudo evitar arrugar la frente al ver los peluches que Noelia traía en brazos.

Ambos se miraron, el aire entre ellos cargado de tensión.

Noelia dejó los peluches en el sofá y extendió la mano para tomar la caja, pero Raúl puso la palma sobre ella, impidiéndolo.

Otra vez se encontraron con la mirada, retándose en silencio. Noelia retiró la mano, se irguió y se dio la vuelta para irse directo a la habitación.

Detrás de ella, la voz de Raúl la alcanzó, pausada, sin apuro.

—Noelia, sé que estás molesta. ¿Por qué no platicamos tranquilos?

Noelia se detuvo, pero no volteó.

—No hace falta. Aunque me molestara, de todos modos tendría que aguantarme.

Con Raúl, daba igual si platicaban o discutían: nunca salía nada bueno de eso.

Raúl se tomó su tiempo para abrir la caja de la mesa frente a él.

—Si logramos llegar a un acuerdo, en este instante le devuelvo estas joyas a la familia Barrios.

Esa propuesta, que saliera de la boca de Raúl, le provocó a Noelia un vuelco en el pecho. Se dio la vuelta, indecisa, pero terminó acercándose hasta pararse frente a él.

—¿De qué quieres platicar? —preguntó, sin perderlo de vista.

Raúl la atrajo suavemente para que se sentara a su lado en el sofá. La miró directo a los ojos.

—Quiero saber por qué has estado llegando tan tarde estos días.

Noelia le dirigió una mirada, luego observó la caja negra sobre la mesa. Ya entendía a la perfección lo que Raúl pretendía: quería usar las joyas de su madre como moneda de cambio, forzándola a obedecer, a que fuera sumisa y complaciente.

Una media sonrisa, casi imperceptible, se dibujó en los labios de Noelia.

Eso de aparentar obediencia mientras hacía lo contrario, también era su especialidad.

Se recompuso un poco, respiró hondo y respondió tratando de sonar lo más convincente posible.

—Si no es por algo urgente, procuraré regresar temprano y no darte motivos para preocuparte.

Raúl le tomó las manos, su voz indescifrable.

—Te pedí que te alejaras de él por tu propio bien.

Noelia asintió dócil, pero su tono seguía firme:

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