La Otra Familia en Sus Publicaciones romance Capítulo 6

La diferencia entre amar y no amar es más evidente de lo que imaginaba.

Noelia probó un sorbo de la bebida de trufa espumosa.

Amarga, desagradable.

Arrugó la frente y, aun así, la tragó a la fuerza.

Tal como se sentía en ese momento: un sabor amargo imposible de tragar, sin forma de desahogarse.

Ya no tenía ganas de hablar. La comida en su boca le sabía a nada, como si masticara cera.

Raúl, como siempre, mantenía su costumbre de no platicar durante la comida. Sus movimientos eran elegantes, todo en él parecía calculado.

Ambos cayeron en un silencio incómodo, interrumpido solo por el leve sonido de los cubiertos chocando contra los platos.

El ambiente se volvió pesado, una tensión densa colgando en el aire.

Raúl dejó sus cubiertos y se quedó mirando a Noelia.

Recordaba cuando era niña, comía sentada a la mesa. Ya de grande, era imposible que se quedara callada; platicaba tanto que llenaba la mesa de risas y palabras.

Cuando estaban solos, a veces Noelia se le sentaba en las piernas, insistiendo en que él la alimentara.

Por un tiempo, pensó que tenía hiperactividad. Incluso llegó a sugerirle a sus padres que la llevaran con un médico.

Incluso cuando se enojaba y hacía berrinche, lo máximo que hacía era llorar, gritar o hacer pucheros. Jamás la había visto como ahora: tan distante, tan callada.

Raúl, incómodo, jaló el cuello de su camisa con fastidio.

En ese momento, la pantalla del celular de Raúl se iluminó con un mensaje.

Le echó un vistazo rápido antes de apagarlo.

Justo cuando iba a servirle más jugo a Noelia, el celular comenzó a vibrar.

Raúl dudó un segundo, y luego cortó la llamada. Sin decir palabra, llenó de nuevo el vaso de Noelia.

Apenas iba a dejar el vaso sobre la mesa, el celular vibró otra vez.

Ambos se miraron, y el ambiente se tensó aún más.

El semblante de Raúl se endureció.

Noelia no apartó la vista del celular, que seguía vibrando sin parar.

Después de tantos años con Raúl, sabía que, aunque tuviera algo importante, como mucho le llamaría una vez.

Si Raúl no respondía, le mandaba mensajes. Era capaz de enviarle decenas de mensajes por WhatsApp sin atreverse a molestarlo con tantas llamadas.

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