La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 122

Después de diez años de haberse marchado de San Miguel Antiguo, era la primera vez que Petra volvía… y su hermana ni siquiera se tomó la molestia de ir a recibirla.

Eso sí que le pareció demasiado insensible.

Al final de cuentas, ya no les quedaba nadie más en el mundo aparte de ellas dos.

Benjamín la miró de reojo, acomodándose en el asiento antes de hablar con un tono indiferente.

—La familia Calvo tiene un terreno abandonado desde hace años. Con Grupo Hurtado expandiéndose hacia Santa Lucía de los Altos y captando la atención de muchos, tu hermana quiere aprovechar para vender esa tierra. Por eso organizó una reunión esta noche.

Las palabras de Benjamín despertaron la curiosidad de Petra, quien de inmediato se metió al carro.

—¿Cuál terreno?

—Pueblo del Cañón Azul —respondió Benjamín.

Al escuchar el nombre, Petra sintió que todo se le venía abajo.

Pueblo del Cañón Azul era el pueblo más olvidado y sin futuro en las afueras de Santa Lucía de los Altos. En los últimos años, toda la planeación urbana se había centrado en la Zona Este Fluvial y la Colonia Sur Verde.

En su momento, se llegó a considerar Pueblo del Cañón Azul como sede para el nuevo aeropuerto, pero al final se decidieron por la Colonia Sur Verde.

Antes, en Pueblo del Cañón Azul había varias fábricas grandes, pero todas se mudaron hace tiempo. Ahora, el valor de esa tierra se desplomó.

El pueblo no tenía ningún atractivo cultural ni industria que lo sostuviera. Prácticamente se había convertido en un rincón olvidado de Santa Lucía de los Altos.

Petra solo podía rezar para que su hermana lograra vender ese terreno.

De lo contrario, si se anunciaba oficialmente la ubicación del nuevo aeropuerto, la tierra de Pueblo del Cañón Azul de plano no valdría nada.

Benjamín la observó, notando cómo sus cejas se fruncían y un aire de impaciencia se asomaba en su mirada. Él, sin darle mucha importancia, comentó:

—No te desesperes.

—No estoy desesperada —replicó Petra.

Ella confiaba plenamente en que su hermana sabría resolver la situación.

Petra inhaló profundo y lanzó una mirada de costado al hombre sentado junto a ella.

Él tenía un porte imponente, como alguien acostumbrado a estar al mando y a que los demás le obedecieran sin dudar.

Petra apretó suavemente las manos en su regazo antes de preguntar, casi en un susurro:

—Si el Grupo Hurtado estuviera en la misma situación que el Grupo Calvo, ¿usted qué haría, Benjamín?

Benjamín la miró y respondió con voz serena:

—El lugar que tiene hoy el Grupo Hurtado no se debe solo a mí. Ningún individuo puede salvar la empresa por sí solo.

La familia Hurtado siempre se había distinguido por la lealtad y la confianza entre sus miembros. Durante todos esos años, Petra jamás había oído rumores de peleas internas ni escándalos sobre la familia Hurtado o sus líderes.

En cambio, la familia Calvo, desde la época de su padre, terminó dividida por culpa de un viejo amor. El caos que dejó a su paso fue tal que, incluso antes de ser expulsado por el abuelo, Emiliano se las ingenió para llevarse una buena parte de la fortuna familiar, dejando a su hermana con problemas imposibles de resolver.

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