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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 182

—A menos que la familia Calvo le consiga a don Benjamín una esposa como compensación.

Alrededor, varios soltaron un —Pff—, burlándose.

—Con la situación de la familia Calvo, la neta, aunque Jimena se ofreciera a don Benjamín, apuesto a que ni así él la aceptaría.

Petra y Benjamín estaban justo en la entrada principal de la casa de los Calvo, separados del bullicio por un biombo de madera tallada, tan tradicional que parecía sacado de una película de época. A causa del biombo, los que hablaban no tenían idea de que Petra y Benjamín estaban justo detrás de ellos.

Petra escuchaba las bromas y comentarios con el ánimo hundido. Se sentía expuesta, como si la hubieran puesto bajo una lupa para que todos pudieran opinar sobre su vida.

Volteó discretamente a ver al hombre a su lado. Benjamín se mantenía impasible, sin gesto alguno, como si la conversación no lo tocara en lo más mínimo. Sin decir palabra, salió caminando del resguardo del biombo.

Petra apuró el paso para alcanzarlo.

En cuanto ambos aparecieron por el umbral, los que antes se burlaban se quedaron callados. Solo duró un instante: uno de ellos reaccionó rápido, se enderezó y se acercó con una sonrisa servil.

—Don Benjamín, qué gusto tenerlo aquí.

Alguien rompió el hielo, y de inmediato los demás se le pegaron, buscando quedar bien.

A unos metros, Jimena observó la escena. Una ligera sonrisa, apenas perceptible, asomó en la esquina de sus labios. Levantó su copa de champán en un gesto sutil hacia Petra y Benjamín, como saludando a la distancia.

En ese momento, un mesero se acercó con una charola repleta de copas. Benjamín, sin titubear, tomó una y se la ofreció a Petra.

Ella la aceptó, murmurando:

—Gracias.

Benjamín bajó la mirada para verla, sus ojos oscuros apenas se suavizaron antes de tomar él mismo otra copa. Luego, alzó la copa en dirección a Jimena, le dedicó una mirada y bebió de un solo trago.

Jimena, que había soportado la tensión de la noche entera, por fin pareció relajarse. Dio un sorbo a su copa y, con gesto despreocupado, se giró para platicar con otras personas. No hizo ningún esfuerzo por acercarse a Benjamín ni tampoco por adularlo.

Jimena sabía perfectamente que, mientras su hermana estuviera ahí, Benjamín no se iría. No le hacía falta buscar su atención.

No solo ella: los demás también movieron la cabeza, contagiados por su entusiasmo.

La escena resultó tan curiosa que varios soltaron una risita, aunque tenía todo el sentido.

Benjamín, divertido, le dio un golpecito en la frente con el dedo.

—Al final, todo esto solo es plática de borrachos, no te lo tomes tan en serio. Si de verdad quieres enterarte de todo, tendrás que esforzarte mucho más.

Ese pequeño gesto hizo que la atmósfera entre ellos cambiara, y la gente alrededor lo notó. Ahora parecían más cercanos, como si compartieran un secreto.

Petra se quedó helada por un segundo, con el corazón palpitando fuerte en el pecho.

¿Qué estaba haciendo él?

Sabía perfectamente que tanto ella como su hermana lo estaban usando, y aun así, él no solo no se molestaba, sino que hasta parecía disfrutar de la situación.

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