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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 181

Petra solo podía sentir cómo la palma de Benjamín, posada sobre su cintura, le transmitía un calor imposible de ignorar.

Era como si la temperatura de todo su cuerpo subiera varios grados, y sus mejillas, igual que la raíz de sus orejas, ardían con intensidad.

Sus dedos temblaron apenas, contuvo el aliento y se apresuró a terminar de ajustarle la corbata al hombre.

Benjamín seguía hablando por teléfono, pero de vez en cuando bajaba la mirada para observarla.

Cuando Petra terminó de acomodar la corbata, soltó sus manos de inmediato y dio un paso atrás, poniendo distancia entre los dos.

La mano que él tenía sobre su cintura también cayó de manera natural.

Al mismo tiempo, Benjamín finalizó la llamada, guardó el celular y echó un vistazo a la corbata que Petra le había dejado. Frunció el ceño en cuanto la vio.

La corbata estaba tan torcida que daba pena ajena.

Con una mirada seria, soltó:

—Vuélvela a acomodar.

Petra esbozó una sonrisa incómoda y balbuceó:

—Sr. Benjamín, la verdad es que no soy muy buena para esto...

Pero Benjamín la interrumpió sin pestañear:

—Hasta que no quede perfecta, no vamos a visitar a la familia Calvo.

Sus palabras dieron justo en el punto débil de Petra.

Todas las explicaciones que tenía preparadas se le quedaron atoradas en la garganta.

Apretó los labios y, resignada, le dedicó una sonrisa forzada.

—Está bien, lo intento de nuevo.

Benjamín arqueó las cejas y dio un paso hacia ella, acortando la distancia.

Petra inhaló profundo y se dispuso a atar la corbata con toda la concentración y esmero de que era capaz.

Esta vez, él se mostró más cooperativo: se inclinó hacia ella, acercándose lo suficiente para que Petra no tuviera que ponerse de puntitas.

Pero...

Cuanto más cerca estaba, más claro percibía Petra ese aroma suave a jabón que venía de Benjamín, invadiendo todo su entorno.

En la mansión de la familia Calvo, la espera se hacía eterna.

Benjamín y Petra no llegaban, y Jimena se encargaba de recibir y saludar a los invitados, moviéndose entre ellos con una serenidad impecable. Nadie podía adivinar lo que realmente pasaba por su mente.

Los asistentes buscaban a los protagonistas, pero al no encontrarlos, se reunían en pequeños grupos y comenzaban a platicar.

—Últimamente todos dicen que la familia Calvo y la familia Hurtado volvieron a asociarse, pero en esta fiesta ni siquiera se han dignado a aparecer los de la familia Hurtado.

—Cuando la señorita Petra de los Calvo dejó San Miguel Antiguo, rompió el compromiso con los Hurtado y ese escándalo se supo en todo el pueblo. ¿Tú crees que la familia Hurtado se tragó esa humillación? Desde entonces no han vuelto a hacer negocios juntos. Para mí que eso de la reconciliación es puro cuento de Jimena.

—¿Y cómo está la familia Calvo ahora? Aquí en San Miguel Antiguo, todos sabemos su situación.

—Yo tampoco creo que el Grupo Hurtado vuelva a aliarse con el Grupo Calvo, a menos que...

El que hablaba se detuvo, dejando a todos en suspenso.

—¿A menos que qué?

Alguien preguntó, bajando la voz, intrigado y temeroso de que la familia Calvo encontrara una solución inesperada.

El que había iniciado el rumor disfrutaba tener la atención de todos. Sonrió y, en tono de burla, soltó:

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