La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 25

Los ojos de Petra, tan serenos como el hielo, recorrieron el rostro de Renata, que se veía a punto de romperse. Con voz tranquila, soltó:

—Ni para preparar bebidas ni pasar agua sirves. Un trabajo tan sencillo y lo haces mal.

—Entonces que se vaya —añadió sin inmutarse.

Los ojos de Renata se pusieron rojos al instante, y las lágrimas amenazaron con rodar por sus mejillas.

Joaquín frunció el ceño, pero no respondió de inmediato.

Petra esbozó una media sonrisa y dirigió la mirada, impasible, hacia el hombre a su lado.

—¿Qué pasa? ¿Te da lástima ahora?

La mirada de Joaquín era contenida; su voz salió tan baja que no dejaba adivinar qué sentía.

—Petra, tú misma dijiste que querías que Nexus Dynamics fuera un lugar donde la gente trabajara contenta, que sintieran calidez y comodidad. ¿Vas a correr a alguien por un error tan mínimo? ¿Entonces el resto de los empleados va a vivir con miedo todos los días, temiendo cometer el más mínimo fallo?

Le devolvió sus propias palabras como un escudo.

Petra levantó la vista y se cruzó con la mirada de Joaquín; en sus ojos no había ni un rastro de emoción.

—¿No dijiste hace un momento que si algo me molestaba, podía pedir que se fuera cuando quisiera? Pues ahora mismo estoy muy molesta.

Joaquín seguía callado, con el ceño marcado y la mirada fija en Petra, entre la molestia y la duda.

Petra, en cambio, le sostuvo la mirada con una sonrisa desafiante, sin rastro de miedo.

El silencio llenó la sala de juntas, tan denso que parecía que el aire se había detenido.

El sonido ahogado de los sollozos de Renata rompió el momento. Se disculpó en voz baja y temblorosa.

—Perdón, Petra. Fue mi culpa, de verdad. Voy a limpiar todo en seguida, pero por favor, no me despidas.

Dicho esto, se agachó a recoger los pedazos del vaso caído. Apenas tocó uno, un trozo le cortó el dedo y la sangre brotó de inmediato.

No se atrevió a mirar a Joaquín ni a pedir ayuda. Solo bajó la cabeza y siguió recogiendo los pedazos con los dedos heridos, sorbiendo por la nariz de vez en cuando, como una flor blanca azotada por la tormenta, a punto de caer.

Petra apartó la mirada y volvió a mirar al hombre a su lado.

En los ojos de Joaquín se notaba la furia y el aguante a punto de romperse.

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