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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 329

Benjamín la miró con una expresión tan profunda que Petra sintió cómo el silencio se volvía denso a su alrededor. Pasaron varios segundos antes de que él levantara la mano y extendiera tres dedos largos y elegantes.

Por un momento, Petra pensó que era una señal de “ok”, y una chispa de alegría cruzó por sus ojos.

Pero esa felicidad apenas duró un instante, porque Benjamín habló con ese tono neutral que siempre usaba para los negocios.

—Tres meses.

Petra parpadeó, confundida, y él continuó, como si no le diera importancia:

—Después de que termine el contrato que tienes conmigo, te quedas en Grupo Hurtado tres meses más. Cuando cumplas, le presento a Jimena un buen agente de confianza.

La emoción de Petra se desvaneció de golpe.

Tres meses. Noventa días. Ni eterno ni fugaz. La idea la hizo dudar.

Benjamín, sin prisa, esperó en silencio a que ella lo pensara, y de paso, recalcó sin despegar los ojos de ella:

—No olvides, son tres meses después de que termine el contrato actual.

Parecía temer que Petra pasara por alto ese detalle, así que lo enfatizó con claridad: los tres meses empezaban a contar después de finalizar su contrato vigente.

Tener un agente confiable que ayudara a Jimena con los asuntos de la empresa era una oferta difícil de rechazar. Por donde lo viera, el trato le convenía.

Petra respiró profundo, asintió y aceptó.

—Está bien —dijo, aunque la inquietud no se le quitaba del todo. Se animó a preguntar—: Y si termino todo lo de Nexus Dynamics, ¿puedo pedir que esos tres meses los haga en la sede de Grupo Hurtado?

Ella quería estar cerca de Jimena, aunque fuera un poco más.

Benjamín arqueó una ceja y le contestó en tono seco:

—En la sede de Grupo Hurtado no hay ningún puesto adecuado para ti.

Esa respuesta apagó la esperanza de Petra, que se reflejó en sus ojos. Si en la sede no había vacantes, eso significaba tener que quedarse en Nexus Dynamics, lejos de San Miguel Antiguo.

No era imposible, pero en el fondo solo quería regresar, estar con Jimena y apoyarla.

Benjamín notó la tristeza de Petra, tan obvia que casi la podía tocar, y la miró de reojo.

Petra y Benjamín entraron juntos por el acceso VIP. Su vuelo llevaba retraso, así que los acomodaron en la sala de espera.

Apenas cruzaron la puerta de la sala, se toparon con Catalina Espino, que también esperaba su vuelo.

Al ver a Benjamín, los ojos de Catalina se iluminaron y en un segundo se le acercó, toda sonrisas.

—Benjamín, ¿también vas a Santa Lucía de los Altos?

Ignoró por completo a Petra, como si ni estuviera ahí.

Benjamín ni siquiera la miró; sin un gesto, fue directo a sentarse en una de las sillas.

Catalina sintió la incomodidad, pero fingió que no pasaba nada. Al voltear, se encontró con la mirada de Petra, que la observaba con una media sonrisa, entre divertida y desafiante. Catalina apretó la mandíbula, tragó su orgullo y se apresuró a sentarse al lado de Benjamín.

Justo cuando estaba por acomodarse, la mirada fulminante de Benjamín la detuvo en seco.

Catalina se quedó congelada, sin saber si debía sentarse o marcharse.

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