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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 34

Por fin apareció alguien capaz de ponerle límites a Benjamín. Héctor sentía como si, de repente, se hubiera abierto el cielo para él.

Entró al vestidor de Benjamín, listo para seguir las instrucciones de Rebeca y preparar la ropa que su primo usaría al día siguiente.

Revisó cada rincón del vestidor, pero la gabardina negra de lana no aparecía por ningún lado. De pronto, un detalle fugaz le vino a la mente y, en voz baja, se lo mencionó a Benjamín.

—Oye, creo que tu abrigo de lana está en casa de la señorita Petra.

Benjamín frunció el entrecejo.

Nomás de pensar en Rebeca, que siempre armaba un escándalo y le gustaba irle con el chisme a sus papás y al abuelo, empezó a dolerle la cabeza.

La última vez que provocó el enojo de Rebeca, ella fue directo con su mamá a quejarse, y por culpa de eso terminó teniendo citas a ciegas durante un mes.

—Ve y recupéralo —ordenó Benjamín, tajante.

...

Al salir del departamento de Benjamín, Petra se subió a su carro y manejó rumbo a la casa de su abuela.

En el camino, le marcó a Belinda y le pidió que le ayudara de nuevo a buscar posibles compradores interesados en las acciones de Nexus Dynamics.

Ella tenía el 51% de las acciones de la compañía y venderlas todas de una sola vez no era nada fácil.

No todas las empresas tenían el músculo financiero de Grupo Hurtado ni ese ánimo de invertir a lo grande.

Si dividía las acciones y las vendía por partes, tarde o temprano la noticia llegaría a oídos de Joaquín.

Y con el tiempo contado, Grupo Hurtado seguía siendo su mejor opción para desprenderse de todo de una vez.

Petra tenía bien claro ese punto, pero la actitud de Benjamín la tenía desconcertada, sin saber si confiar o no.

Le quedaban solo diez días.

En diez días debía regresar a San Miguel Antiguo.

Antes de colgar, Belinda le prometió que haría lo posible por encontrar una solución.

...

Ya en el jardín de la casa, Petra se dejó caer en la tumbona, agotada, lamentándose por haber dejado que su orgullo le ganara y regresar sin cerrar el trato.

En ese instante, el celular comenzó a sonar.

Miró la pantalla. Número desconocido. Sin pensarlo, rechazó la llamada.

A los pocos segundos, volvió a sonar. De nuevo, rechazó la llamada.

—Hola.

Héctor explicó a qué llamaba y le ofreció pasar por el abrigo él mismo.

Ella recordó cómo la habían ayudado en el hospital ese día; no podía permitir que fueran hasta su casa solo por eso. Así que le aseguró que ella misma llevaría el abrigo.

Quizás así podría aprovechar y volver a hablar con Benjamín sobre la venta de las acciones de Nexus Dynamics.

Esta vez, se juró a sí misma que aguantaría lo que fuera necesario para lograrlo.

—Entonces le agradezco mucho, señorita Petra —respondió Héctor.

—Al contrario, yo soy la que debería agradecerte...

Antes de poder terminar la frase, la llamada se cortó de pronto. Petra se quedó mirando el celular, sorprendida por el abrupto final.

Héctor volteó a ver a Benjamín, que le había quitado el celular para colgar la llamada.

Benjamín, sin mostrar una pizca de emoción, abrió una app de juegos en su propio celular y murmuró:

—La verdad, te tardaste mucho en decir lo que tenías que decir.

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