La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 396

En ese momento, Petra solo quería sacar la chancla atorada de su tobillo lo más rápido posible.

Por más que se esforzó, jalando con todas sus fuerzas, no logró liberarla. Lo único que consiguió fue perder el equilibrio por la fuerza del tirón y casi caerse para atrás.

Benjamín la sujetó y soltó una risa burlona.

—Nunca había visto a alguien tan terca como tú.

Petra aspiró hondo y bufó, cansada.

—¡Todo es tu culpa!

Si él no hubiera levantado las llaves del carro, ni se le habría ocurrido intentar quitárselas y, mucho menos, habría terminado con la chancla atorada en el tobillo.

Ahora se sentía agotada y hambrienta, como si le hubieran drenado toda la energía.

Desde que salió del trabajo, había estado esperando en ese lugar. Finalmente llegó la madrugada, cuando todo estaba en silencio y podía saltar la barda sin llamar la atención, gastando más y más energía en el intento.

Ella, que nunca fue fanática del ejercicio, ahora solo quería tirarse en el suelo a descansar.

Después de tanto lío, a Petra se le quitaron por completo las ganas de manejar de regreso.

De todos modos, Benjamín no iba a entregarle las llaves del carro.

Petra suspiró una vez más, levantó la mirada y, con voz débil, le pidió a Benjamín:

—Vámonos a casa, ¿sí?

—¿Dónde está tu carro? —preguntó él.

Petra se incorporó, saliendo de sus brazos.

Benjamín señaló hacia un sitio cercano.

Petra se dio la vuelta y caminó hacia donde él le indicó. El trayecto era corto, pero como uno de sus pies estaba descalzo, cada paso sobre el camino lleno de piedritas se sentía como caminar sobre un tapete de púas. El dolorcito se le colaba por la planta del pie, haciéndola cojear y andar de forma extraña.

Benjamín la observó de espaldas y, al ver su andar, no pudo evitar reírse con resignación. Se acercó y le tomó la muñeca.

—¿Qué...?