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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 546

El chofer permanecía en el asiento delantero. Al ver que Benjamín seguía sin bajarse del carro, abrió la puerta, descendió y se colocó junto a la puerta trasera. Habló en voz baja, cuidando que nadie más lo escuchara.

—Señor Benjamín, acabo de ver que llegaron muchos de la familia Velasco, y hay varios hombres con ellos. La señora, ella…

Benjamín seguía molesto por la forma en que Petra se había marchado apurada, disculpándose en voz baja y con una actitud tan distante que lo dejó incómodo.

El chofer apenas terminaba de hablar cuando Benjamín, con el ceño fruncido, lo interrumpió sin rodeos.

—¿Y a mí qué me importa lo que haga?

—Ella siempre ha sido capaz de arreglárselas sola.

El chofer, al notar el tono y la mirada de Benjamín, que apenas y podía ocultar su enojo, bajó la cabeza y decidió no insistir.

Benjamín, aún con expresión severa, salió del carro y caminó derecho hacia el elevador.

El chofer cerró la puerta, lanzando una última mirada hacia Benjamín.

Desde la distancia, lo vio esperar unos segundos junto al elevador. Al final, tal como había hecho Petra antes, optó por subir por la escalera de emergencia.

...

Anaís acababa de acomodar a los de la familia Velasco en la sala de recepción. En ese momento, Petra entró por la puerta.

Los Velasco estaban especialmente alborotados. Aunque ya estaban sentados, no dejaban de murmurar entre ellos sobre cómo iban a enfrentarse a Petra, y sus palabras no eran otra cosa que insultos dirigidos hacia ella.

En cuanto Petra cruzó la entrada, el bullicio de la sala se apagó por unos instantes.

Ese día, Petra llevaba un atuendo alegre, su maquillaje impecable y una presencia que no pasaba desapercibida.

Pero bastó que Penélope soltara un grito para que los presentes dirigieran de nuevo su furia contra Petra.

Petra jaló una silla. No se sentó de inmediato, sino que le entregó una memoria USB a Anaís con una cortesía que contrastaba con la tensión del ambiente.

—Anaís, ¿me ayudas a imprimir los documentos que están aquí? Te lo encargo, por favor.

Anaís la recibió con ambas manos, asintiendo.

Solo entonces Petra se sentó, mirando de reojo a Penélope, y su voz salió tan serena que cortaba el aire.

Las palabras de Petra hicieron que el semblante de Penélope cambiara de inmediato.

Petra la miró con una frialdad que incomodaba y soltó con tono mordaz.

—A Joaquín lo detuvieron porque cometió un delito, no por acostarse con otra mujer.

—Aprovechó su puesto para robarle a la empresa.

Mientras hablaba, fijó la vista en el tío de Joaquín, sentado al lado de Penélope.

—¿Tu hijo no estudió finanzas? Debería entender de estas cosas. ¿Por qué no le explicas a tu cuñada cómo funciona la ley?

—No se hagan, sé muy bien lo que buscan viniendo aquí. Solo quieren hacer escándalo porque Grupo Hurtado cuida su reputación, y así embarrarme para inflar el precio del 20% de acciones que Joaquín tiene.

—Pero ustedes mismos saben que, por más que griten, Joaquín no va a salir. Mejor vendan esas acciones, usen el dinero y esperen a que salga, así podrá empezar de nuevo.

Petra había dado en el clavo con sus palabras. Penélope, sin argumento, solo pudo lanzar más insultos cargados de rabia hacia ella.

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