Benjamín ya había terminado de comer. Después de recoger sus platos, se levantó y se fue.
Petra observó sus movimientos y levantó la cabeza.
—¿Ya comiste?
Benjamín asintió apenas, como respuesta.
—Déjalo, yo recojo —insistió Petra.
Pero Benjamín no soltó los platos. Él mismo fue a lavarlos y los guardó en el gabinete.
Petra se quedó mirando, sorprendida por su actitud. Por un segundo, tuvo la impresión de que Benjamín estaba molesto.
¿Lo habría ofendido en algo?
Si hace un momento todo iba bien…
Petra soltó un suspiro. No lograba descifrar el ánimo de Benjamín.
Terminó de comer rápido, recogió lo que quedaba en la mesa y lavó los platos. Al mirar el reloj, vio que Benjamín ya estaba sentado en su silla de oficina. Así que se arregló un poco y fue hacia él, con la actitud más profesional posible.
—Señor Benjamín, tiene una reunión a las dos de la tarde. Ya son la una con cincuenta.
Benjamín alzó la mirada.
Al escuchar lo fácil que le salía a Petra ese “señor Benjamín”, sin que siquiera dudara en llamarlo de otra manera, sintió como si algo pesado se le atorara en el pecho.
La miró con seriedad y preguntó:
—¿Cómo me llamaste?
—Señor Benjamín —respondió Petra sin titubear.
Benjamín frunció el ceño, evidentemente molesto.
—¿Necesito recordarte que ya estamos casados?
Petra apretó los labios, notando el enojo en su expresión. Suspiró por dentro y contestó en voz baja:
—Pero estamos en la oficina. Quedamos en que por ahora no lo íbamos a hacer público.
Benjamín soltó una risa seca.
—Eso sí lo tienes muy presente.
El único respiro que tenía era cuando se sentaba en su escritorio. No quería que nadie la interrumpiera.
Faltaban unos minutos para las dos. Petra apenas iba a recargarse un poco cuando Valentina se acercó a su lado.
—Señorita Petra.
—¿Sí?
—Tú que andas siempre con el señor Benjamín… ¿sabes si le pasó algo bueno últimamente?
Petra sintió un sobresalto. Disimuló con una expresión confusa y negó con la cabeza.
—No sé, ¿por qué lo preguntas?
Valentina, con aire de misterio, sacó un chocolate del cajón de su escritorio.
Petra alcanzó a ver el símbolo en el envoltorio del chocolate, y por lo visto, aquellos dulces de la boda los había repartido Benjamín. Habían prometido mantenerlo en secreto, y ahora él salía con esto. ¿Qué estaba tramando?
Contuvo sus emociones, procurando que Valentina no notara nada y preguntó con fingida curiosidad:
—¿Qué pasa?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...