—Como sigues sin decidirte, tu abuelo materno ya me llamó a reclamarme. Me preguntó si es que tú, su nieto, no me importas en lo más mínimo.
—Ese viejo desgraciado. Ni siquiera ha casado a Rebeca y ya me está reclamando a mí. Me saca de quicio.
Benjamín, viendo a Germán visiblemente molesto, dijo con serenidad:
—Si mi abuelo vuelve a llamarte por este asunto, puedes decirle que ya estoy casado.
Germán frunció el ceño.
—¿Casado? ¿Sin siquiera haber celebrado una fiesta? ¿Me pides que diga semejante mentira? ¡Eso sería como poner mi vieja cara bajo los pies de tu abuelo para que la pisotee a su antojo!
El rostro de Benjamín permaneció impasible.
—La fiesta es solo algo que pospusimos, pero legalmente, ya estoy casado. Ya tenemos nuestra acta de matrimonio.
Mientras hablaba, sacó el acta del bolsillo interior de su saco, la puso sobre el escritorio de Germán y la deslizó hacia él.
—Esta es mi acta de matrimonio.
La expresión de Germán cambió al ver los dos documentos rojos frente a él. Los tomó y, al ver la foto de Petra y Benjamín en el interior, su mano tembló inconscientemente.
—¿Te casaste con ella?
Benjamín asintió.
—Sí, abuelo.
—Aunque ya estamos casados, Petra y yo hemos decidido no hacerlo público por ahora. Abuelo, tú eres la persona más importante para mí, por eso decidí contártelo.
Germán azotó el acta contra la mesa, con el rostro serio y autoritario.
—¿Ah, sí? ¿Decidiste contármelo?


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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...