Efectivamente, al segundo siguiente, la mirada afilada de Benjamín se clavó en él.
Respiró hondo, conteniendo el aliento.
—Señor Benjamín, de verdad que solo estaba bromeando.
Benjamín miró a Lionel Barrera sin expresión alguna y dijo con frialdad:
—¿Acaso no sé distinguir entre una broma y una calumnia?
Lionel Barrera bajó la cabeza, sin atreverse a mirar a Benjamín a los ojos. No esperaba que hubiera entendido tan rápido el significado de sus acciones.
Respiró hondo, sin atreverse a soltar el aire, y solo pudo mirar de reojo a Emiliano, pidiéndole ayuda.
Emiliano frunció el ceño. Al ver la mirada de Lionel Barrera, supo que lo había hecho a propósito.
Aunque estaba molesto, pensó que si no resolvía bien el problema de Lionel Barrera, Nayeli le armaría un escándalo al volver a casa. Así que, con una sonrisa forzada, le dijo a Benjamín:
—Benjamín, este chico, Lionel Barrera, le encanta decir tonterías. En realidad no tiene mala intención, es solo que no sabe controlar lo que dice. Ya hablaré con él en serio. No te enojes.
Benjamín no se inmutó, claramente no tenía intención de darle la razón.
Emiliano no tuvo más remedio que dirigir su mirada hacia Petra y, con una sonrisa incómoda, dijo en voz baja:
—Petra, dejemos este asunto así, él tampoco…
Antes de que pudiera terminar, Benjamín, que hasta ahora no había dicho nada, intervino con frialdad:
—Señor Emiliano, cuando alguien se equivoca al hablar, ¿qué debe hacer?
Emiliano sonrió torpemente y dijo:
—Debe reconocer su error y corregirlo.
Benjamín sonrió con frialdad.
—Señor Emiliano, cuando llegué hace un momento, usted levantó la mano. ¿Qué se disponía a hacer?
Al oír esto, la expresión de Emiliano cambió. De repente recordó que, cuando Petra lo había provocado, se había preparado para abofetearla.
—No…
Apenas abrió la boca para negarlo, Benjamín lo interrumpió con voz severa:
—Señor Emiliano, a su propia sangre sí que le puede levantar la mano, pero a quien no es de su sangre, no se atreve. ¿Qué lógica es esa?


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