Era la primera vez que Petra oía a Benjamín hablar de sus propios sentimientos.
Antes, siempre había tenido que adivinar sus emociones basándose en su expresión.
Ahora, al oírle decir que se sentía muy frustrado, no supo qué responder.
Su expresión se quedó en blanco por un instante.
Bajó la vista, evitando el contacto visual con él en ese momento, temiendo que la intensidad de su mirada la quemara.
Petra fingió calma mientras picoteaba la comida de su plato.
Al segundo siguiente, la voz grave y agradable del hombre volvió a sonar a su lado.
—Sé que no te gusta mucho tratar con mi tía y con Josefina. Puedo respetar eso y tratar de evitar el contacto con ellas en la medida de lo posible.
—En el futuro, si no es estrictamente necesario, también intentaré limitar sus encuentros.
Fue entonces cuando Petra levantó la vista hacia Benjamín. Abrió la boca para hablar, pero al final no mencionó el problema con Frida Pineda.
—De acuerdo.
No era que a ella no le gustara tratar con Frida y Josefina Pineda.
Era evidente que a Frida y a Josefina no les gustaba ella.
Pero, ya que Benjamín había dicho que la respetaría y que le permitiría reducir el contacto con ellas, entonces que a Frida y a Josefina no les gustara ya no era importante.
La verdad es que no quería tener mucho trato con ellas.
Aunque sus pequeñas artimañas no llegaban a herirla, tener que lidiar con ellas constantemente era, como mínimo, molesto.
Evitarlas era la mejor opción.
Después de todo, si surgía un conflicto, dado el agradecimiento que Benjamín sentía por Frida, probablemente se encontraría en una situación difícil.
Además, Rebeca le había mencionado que Josefina le había salvado la vida a Benjamín.
Siendo así, era de esperar que Benjamín tuviera cierta preferencia.
Al final, la que saldría perdiendo sería ella.
Petra veía las cosas con mucha claridad, por lo que entendía que Benjamín no pudiera ponerse completamente de su lado.



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