Entrar Via

La Valiente Transformación de una Esposa Menospreciada romance Capítulo 3

El viaje de vuelta no duró más de veinte minutos, pero para Valentina se sintió como una eternidad suspendida en un silencio denso y pesado. El interior del Mercedes Benz, que normalmente era un santuario de lujo y confort, se había convertido en una celda de castigo. El olor a cuero nuevo se mezclaba con el perfume caro de Alejandro, una combinación que de repente le revolvió el estómago.

Afuera, las luces de la noche bogotana pasaban como manchas borrosas. La ciudad, con su caos habitual de viernes por la noche, sus trancones en la Séptima y el sonido lejano de una sirena, parecía un mundo ajeno y vibrante en comparación con la atmósfera gélida dentro del coche.-

Alejandro conducía con una mano en el volante, la otra tamborileando con impaciencia sobre la consola central. No la había mirado ni una sola vez desde que salieron del club. Valentina mantenía la vista fija en su propia ventana, observando el desfile de edificios sin verlos realmente. La máscara de serenidad que había mantenido durante la última hora le pesaba en la cara, sentía los músculos de la mandíbula agarrotados por la tensión de no gritar.

Finalmente, cuando estaban a pocas cuadras de su edificio en Rosales, Alejandro rompió el silencio. Su voz, sin el micrófono y el encanto público, era cortante y fría.

—El foco de la pasarela, el del lado izquierdo. Estaba desfasado unos cinco grados. Se notaba un punto más oscuro en la esquina durante el carrusel final.

Apretó los puños sobre su regazo con tanta fuerza que sintió las uñas clavándose en las palmas de sus manos. Un temblor de furia pura, una rabia blanca y silenciosa, recorrió su cuerpo. Era una furia que había estado acumulando durante años, alimentada por miles de pequeños desprecios como ese. La humillación pública del discurso, seguida por esa crítica mezquina y calculada, era más de lo que podía soportar en silencio.

El dolor agudo en sus palmas la ancló, impidiéndole explotar. Se concentró en esa sensación física, usándola como un pararrayos para la tormenta eléctrica que se desataba en su interior. No le daría el gusto. No esa noche. El coche entró en el silencio del garaje subterráneo, y el sonido del motor al apagarse fue ensordecedor. La guerra no había hecho más que empezar, y Valentina, con el dolor punzante en sus manos, acababa de encontrar su primera arma: su propio silencio.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Valiente Transformación de una Esposa Menospreciada