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Maldito hermanastro romance Capítulo 4

4

—¿Aún lo amas? —oí la pregunta de Aarón detrás de mí, pero lo ignoré—Ya veo…—el hijastro de mi padre se posicionó delante, bloqueado así mi paso—Pensé que no te gustaba los perros callejeros.

Lo miré con odio.

—No te compares con Hugo, él es mil veces más hombre que tú…

Aarón me observó indignado y no era para menos, ¿Qué hombre en sus cinco sentidos le gusta que pisoteen su masculinidad—No creo que ese gilipollas logre hacerle sentir a una mujer lo que todas sienten al estar debajo de mí…

Toqué mis mejillas al sentir un calor infernal—Eres un asqueroso. —Mascullé retomando mi camino.

—Nuestros padres quieren cenar hoy en familia.

Se burló despacio.

—¿La boda es el sábado?

—Sí. ¿Entrarás gritando como loca en la iglesia para que no lo hagan?

Lo pensé por un minuto, pero al final terminé declinando la idea, llevaba toda mi vida viendo a Harold sumergido en los deberes de la universidad de nuestra familia que ahora, por primera vez sentía que papá era feliz.

—¿Tú madre lo ama? —Aarón me siguió hasta mi salón de clases.

—Mi papá nos abandonó cuando supo que venía en camino, y el tuyo le devolvió las ganas de ser mujer a Bárbara Sullivan, vivimos en España hasta que cumplí veintitrés años, luego conoció a tu padre cuando fueron abrir otra sede de la la universidad Western en Madrid y desde entonces él ya sido esa figura paterna que jamás tuve…

Rayos.

—Yo…—Jadeé como estúpida—Yo, yo, no…

—Ja, ja, ja, ja, ja—. La risa de Sullivan rompió el silencio del aula de diseño de modas—¿Te creíste esa estupidez?

Tomé mi libro de dibujo y se lo tiré en el pecho—¡Eres un sucio y apestoso!

Las mejillas de Aarón se tornaron rojizas por la risa explosiva y sus carcajadas, luego de algunos minutos limpio la humedad de sus ojos para luego hablar con seriedad que este asunto ameritaba. —Mi mamá si ama a tu papá, es un buen tipo…

—Creo que tu mamá es muy linda…

—Y tu papá igual…

Un silencio incómodo se apoderó de ambos.

Pasé mi mano por detrás de mi nuca, entre tanto Sullivan miraba hacia todos lados quizás buscando que decir.

—¿Seremos familia ahora? —Me extiende la mano y la tomo.

—¿Hermanastros?

—¡Hermanastros!

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¡Bendita sea la hora que acepté tenerte como familia, Aarón Sullivan!

Papá junto a Bárbara sonríen felices en la mesa donde Harold reservó para nuestra deja “Familiar”

Mi nuevo hermanastro ha llegado con una tipa morena y delgada que prácticamente le está rogando con cada movimiento que se la folle. Giró los ojos al mirar como la mano ruda y enorme del español se desliza con precaución por debajo de la mesa tomando por sorpresa a su acompañante.

—¿Hace cuánto conoces a mi hijo, Maribel? —Pregunta la futura señora Western mientras se lleva hacia los labios el borde de su copa de vino tinto. Papá besa su mano esperando la respuesta del imbécil moja bragas.

—¿Ayer?

Me tapé la boca con ambas manos al ver como el vino que se tomaba Bárbara salió disparado de su nariz. No pude evitar reírme a carcajadas y es que esto era tan típico de Aarón, las mujeres se volvían locas por él y claro, mi hermanastro no estaba para perder el tiempo.

—¿Están saliendo desde ayer? ¿Ósea se hicieron novios ayer? —Volvió a insistir la madre del pelinegro—¿Es así, Aarón?

Su hijo me miró y negó. —La conocí en la fiesta de Romina.

Me tocó golpear mi pecho porque me estaba ahogando con mi propia saliva, ¿Acaso ese estúpido me está echando la culpa de su vida lasciva y promiscua?

—¿Ella es tu amiga, Mina? —Agregó papá observándome con cautela, pero todo empeoró cuando Aarón asintió.

—Mi hermana me dijo que…—lo señalé con el dedo porque creía imposible que me estuviese metiendo en sus problemas—Maribel y Romina toman la misma clase, mamá…—Aarón sacó la mano de la braga de la tipa para luego agarrar la copa de cristal delante de él—¿Ella se puede quedar hoy con nosotros en casa de Harold?

No pude evitar golpear la mesa logrando que todos los comensales nos observaran.

—¿Por qué van a dormir en mi casa, papá?

Harold prensó su labio inferior para acto seguido secar la comisura de sus labios con una servilleta de tela blanca—Mi matrimonio con Bárbara será en dos días, así que les dije que, ¿Para qué esperar tanto si pueden irse a vivir con nosotros ya?

¡Imposible!

—¿Dónde va a dormir el hijo de ella?

Todos lo quedamos viendo y juro por el cielo que jamás he sido una mujer de creencias ni religiones; pero ahora mismo le estaba rogando a quien fuese quien me estuviese escuchando que ese moja bragas negara irse a vivir con nosotros.

¿Qué iba a pensar la universidad si se enteran que ese perro pulgoso es mi nuevo hermano?

Capítulo 4 Me quiero morir 1

Capítulo 4 Me quiero morir 2

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