Josefina se quedó perpleja. Ella no era la única que había estado mirando el espectáculo de la mesa de al lado: Damián también había estado observándola. Después de un momento, asintió con el rostro tensionado mientras se regañaba por haber estado oyendo a escondidas las conversaciones de su jefe. De pronto, la voz cavernosa de Damián volvió a sonar:
—Josefina, ¿qué le parecería casarse conmigo?
La joven, aturdida por lo que acababa de escuchar, alzó la mirada y la clavó en el hombre que tenía enfrente.
—Señor Rosales, ¿qué ha dicho? —Estaba tan conmocionada que creyó haber oído mal.
—He dicho que se case conmigo —repitió Damián con impaciencia. Su rostro apuesto estaba muy serio y no parecía estar bromeando. Tras una larga pausa, Josefina preguntó:
—¿Por qué yo, señor Rosales? —«Incluso si no le agradaba la mujer que acaba de irse, siendo quien es, podría casarse con cualquier otra que le pareciera mejor. ¿Es posible que haya estado enamorado de mí por mucho tiempo y que esta cita a ciegas fuera solo una distracción para encontrarse conmigo? De hecho, solo un cazador de excelencia se haría pasar por una presa», se dijo. Como era lógico, Josefina se estaba sobrevalorando. Damián miró por la ventana y le explicó con frialdad:
—Mi abuelo está muy enfermo. El médico dijo que solo le quedan seis meses de vida. Su mayor deseo en este momento es verme contraer matrimonio, por lo que le mentí y le dije que tenía una novia con la que planeaba casarme pronto—. Josefina escuchó la respuesta con atención, pero la misma duda volvió a brotar en su mente: «¿Por qué yo?». Damián percibió su confusión. Tras levantar su taza y beber un sorbo, continuó—: Usted trabaja en el Grupo Rosales, eso hará más sencillo que él se trague la historia. —La joven lo entendió de inmediato: lo que Damián le proponía era una relación falsa y un matrimonio falso para cumplir el deseo de su abuelo. Él era un hombre perfecto, pero ella sabía que pertenecían a dos universos paralelos. Tampoco quería meterse en problemas, por lo que se devanó los sesos buscando la manera de declinar la oferta del presidente de la empresa sin poner en riesgo su trabajo. En eso, él añadió—: Si se casa conmigo, me haré cargo de los gastos médicos de su padre. —Josefina apretó los puños. Tres años antes, su padre había sufrido un accidente vehicular y estaba en estado vegetativo desde entonces. Ella había llevado una vida muy frugal todo ese tiempo para poder pagar los gastos médicos, pero ¿cómo lo sabía él? Sin embargo, no se molestó en analizarlo demasiado, ya que la oferta era por demás tentadora—. Puedo contratar el mejor equipo médico para él.
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