Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1270

La voz de Dorian sonaba apacible, lenta, como si de pronto hubiera dejado ir todo el cansancio y la rabia. No quedaba ni una pizca de enojo, ni rastros de reproche, solo una paz absoluta, como si pronunciara palabras de despedida.

Amelia sintió de golpe una punzada en la nariz, como si las ganas de llorar le apretaran el pecho.

No supo si lo que le dolía era esa expresión en su cara, una tristeza tan honda que parecía imposible de superar, o si era porque, tras tanto tiempo deseándolo, finalmente había llegado ese momento y ella no estaba lista para asimilarlo.

Durante mucho tiempo, lo único que quería era separarse por completo, que cada quien siguiera su vida y encontrara su propio camino. Quería huir de la vida de Dorian, escapar de ese mundo. Sin embargo, después de tanto tiempo enredada en esa relación sin salida, ya casi se había acostumbrado a ese vaivén interminable. Ahora, que él soltaba su mano con tanta rapidez y decisión, su corazón se sintió a la deriva, incapaz de adaptarse.

Amelia forzó una sonrisa, sus labios temblaron. Tenía la garganta tan apretada que sintió que, si se atrevía a decir algo, el llanto la traicionaría. Al final, solo pudo soltar una palabra, seca y áspera:

—Está bien.

Dorian también le regaló una sonrisa forzada antes de soltar su mano.

Luego le acercó la silla para que se sentara de nuevo en la mesa.

Actuó como si nada hubiera pasado, sirviéndole jugo con la misma calma de siempre, pidiendo el menú, platicando sobre Serena como si solo fueran conocidos, con una cortesía impecable y una armonía que casi dolía.

Para Amelia, era como retroceder en el tiempo, a aquellos días dentro del matrimonio en los que se trataban con cuidado, como si fueran extraños bajo el mismo techo: pura cordialidad y distancia.

Pero eso nunca fue lo que ella deseaba.

Ni en el matrimonio, ni ahora que había regresado al país y él la buscaba una y otra vez. Dos estilos de vida, dos maneras de convivir, pero ninguna era la que ella quería.