Capítulo 82
La chica le echó una mirada curiosa: ¿La buscabas por algo en particular?”
Dorian negó suavemente con la cabeza: “No, por nada, Gracias.”
Después de murmurar un agradecimiento más, alzó la vista hacia los asientos vacíos del salón de clases, recordando las veces que había venido y la había visto sentada en un rincón, sumergida en su lectura.
Desvió la mirada, sintiendo un nudo en la garganta, sacó su celular y llamó a Frida: “Dile a Amelia que no la voy a molestar más, no tiene que sacrificar su futuro por mí.”
Tras colgar con Frida, llamó a Yael: “Reservame un vuelo a Arbolada para hoy.”
“¿Eh?” Su asistente, al otro lado de la línea se quedó perplejo, “¿Por qué el regreso tan repentino? ¿Ya arreglo lo que tenía que hacer?”
“Cambio de planes.” Dorian colgó sin dar más detalles, echó un último vistazo al edificio y se marchó.
Esa misma noche, Dorian tomó el vuelo de regreso a Arbolada.
Había ido solo al aeropuerto y al salir del hotel se encontró con Eduardo y Cintia, que también se hospedaban alli.
Ambos se sorprendieron al ver su maleta.
“¿Dorian?” Cintia lo llamó sorprendida y luego, con una sonrisa, se acercó, “¿Adónde te diriges? El Señor Piero estaba organizando una cena familiar, Amanda y tú hace años que no se ven, sería una buena oportunidad para
reencontrarse.”
Pero Dorian parecia no escucharla, con un rostro imperturbable y distante, presionó el botón del ascensor sin decir palabra
La sonrisa de Cintia se torno incómoda.
Como madrastra de Dorian, había cuidado de él desde pequeño y siempre se había considerado diligente en su papel, pero Dorian siempre había sido frio con ella, nunca rebelde, pero tampoco cercano.
Cintia nunca había intentado ganarse su afecto, después de todo, Dorian no era su hijo y ella prefería mantener las distancias. Pero había logrado ascender socialmente a través de su matrimonio con cálculo y planificación.

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