Beatriz recibió el vaso con la bebida caliente y, tras recuperar un poco el aliento, no pudo evitar quejarse con su hijo.
—Esta niña tuya es mucho más difícil de cuidar que tú cuando eras pequeño. De verdad, me tiene agotada, casi me saca canas verdes.
Fidel, sin apartar la vista de los documentos que revisaba, soltó con indiferencia:
—De niño siempre estuve al cuidado de las muchachas. Por eso nunca sentiste lo pesado que es cuidar a un hijo.
Beatriz murmuró, apenas audible:
—Eso era porque yo estaba ocupada, ¿no ves?
Al escucharla, Fidel levantó la mirada de la montaña de papeles, la expresión tan impasible como de costumbre.
Beatriz, incómoda ante la mirada de su hijo, cambió de tema de inmediato.
—¿Qué pasa con Candela? Escuché a las empleadas decir que se pelearon y que ella se fue de la casa, ¡y hasta dejó a la niña!
Fidel nunca toleraba que los empleados se metieran en sus asuntos, mucho menos que su madre se entrometiera en su vida personal.
—No hagas caso a esas habladurías.
Beatriz pensó que su hijo solo estaba defendiendo a Candela, y que simplemente no quería oír nada negativo sobre su esposa.
—Ay, no creas que me vas a engañar tan fácil. Hoy mismo llamé a tu esposa. Mientras tú aquí la defiendes, ¿adivina qué me dijo ella sobre ti? ¡Que quiere el divorcio y que después de eso, ella no va a hacerse cargo de Daya!
Fidel sintió un leve estremecimiento en el entrecejo.
—¿Eso te dijo?
Beatriz alzó las manos, dándole a entender que no tenía por qué mentir.
—¿No me crees? Pregúntale a tu hija si quieres, hasta las empleadas se enteraron. Y no es por meterme, pero desde que te casaste con Candela, ¿no ves cómo la has consentido? Por eso está como está.
Ya te lo había dicho: deberían volver a vivir en la casa grande, así yo podría ayudarte a enseñarle unas cuantas cosas a tu esposa, pero nunca me haces caso, tú siempre...
Fidel, al ver que su madre iba a empezar con el mismo sermón de siempre, llamó a su secretaria sin perder tiempo.
—Por favor, organízale a mi mamá un paquete completo de spa y tratamientos de belleza.
Enseguida, alguien del equipo de la secretaria entró y acompañó a Beatriz fuera de la oficina.
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