Ariel seguía mirando la computadora, sin prisa alguna, y soltó con voz tranquila:
—¿De veras crees que no me duele, que no me afecta? ¿Ni siquiera me dejas abrazarte?
…
Johana se quedó callada, sin saber qué responderle mientras lo miraba.
Se dio cuenta de que, a veces, Ariel sabía perfectamente cómo hacerse el consentido, cómo aprovechar cualquier oportunidad para acercarse.
Notando que Johana no dejaba de observarlo, Ariel levantó la vista y la miró también.
Sus miradas se cruzaron. Viendo que Ariel no tenía el menor reparo en abrazarla, Johana le dijo, mirándolo directo a los ojos:
—Entonces, ¿más tarde también tengo que consolarte en la cama?
Era raro que Johana bromeara así, y justo por eso Ariel no pudo evitar soltar una carcajada.
—Si tienes esa intención, yo estaría más que encantado —respondió divertido.
—Ja, ja —le respondió Johana con una sonrisa fingida, antes de soltar con sarcasmo—: Sí, claro, sueña bonito.
Johana tomó los brazos de Ariel, lista para quitar sus manos de su cintura, pero justo en ese momento, el celular de Ariel que estaba a un lado comenzó a sonar.
Ariel giró la cabeza para mirar la pantalla, y Johana, de manera instintiva, también echó un vistazo.
Maite.
El nombre de Maite apareció en la pantalla.
En ese instante, la sonrisa de Ariel desapareció. También aflojó el abrazo que tenía sobre la cintura de Johana.
Johana lo miró de reojo y Ariel le explicó:
—Voy a contestar.
Al escuchar eso, Johana se levantó de su regazo sin decir palabra, caminó tranquila hasta el buró, tomó su propio celular y fingió que nada de eso había pasado: ni el abrazo, ni haber estado sentada en sus piernas, ni el nombre de Maite en la pantalla.
Para ese momento, Ariel ya había caminado hasta la ventana y contestó la llamada.
—Ya estoy de vuelta en la Casa de la Serenidad.
—No pasa nada, de verdad, todo está bajo control, no te preocupes.
—Ok, entonces hablamos mañana en persona.
La conversación parecía de lo más normal. Ariel no hizo nada por ocultar la llamada, ni se alejó de Johana.
Johana abrió uno de esos temas y vio que la red estaba inundada de fotos suyas con Ariel: él recogiéndola del trabajo, los dos entrando y saliendo de la mansión, todo captado por paparazzis.
Deslizó el dedo revisando esas fotos y los reportajes, todos diciendo más o menos lo mismo. Con la cuchara detenida frente a la boca, Johana soltó una sonrisa resignada.
Así que… lo de ayer de Ariel era por esto. No le sorprendía, porque él siempre había manejado las cosas así.
Lo que sí no se esperaba era el nivel de actuación de Ariel. Por poco y ella misma se la creía.
Casi pensó que todo lo que él había hecho la noche anterior era real.
Salió de las tendencias de chismes, sin sentir gran cosa. Después de llevarse otro bocado a la boca, abrió la aplicación de la bolsa.
Las acciones de Nueva Miramar habían dejado de caer desde la mañana y ahora ya estaban estables.
El escándalo sólo había sacudido el día anterior.
Cuando de verdad fueran a hacer los trámites, ella y Ariel podían ponerse de acuerdo para lanzar un comunicado anticipado. Si Ariel y Maite se esperaban un año o más para casarse, entonces no habría ningún problema.
Al fin y al cabo, ya habían preparado el terreno.
Y además, la eficiencia y la capacidad de Ariel y del Grupo Nueva Miramar para resolver las cosas le habían demostrado a todos que, al final, ella fuera o no la vicepresidenta, no cambiaría mucho.
Al terminar de revisar las acciones, Johana dejó el celular a un lado y continuó comiendo, enfocada en su almuerzo.

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