No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 100

—No tienes nada de seriedad —le soltó Johana con cara de fastidio ante las bromas de Ariel.

Ariel, todavía con la mano entrelazada a la de Johana, avanzaba con paso despreocupado, casi arrastrando los pies, y le contestó con voz algo perezosa:

—Johana, apenas tengo veintiséis años, estoy en la flor de la vida... y tú ahí, quedándote dormida en cuanto tocas la cama. Así no se vale, me estás torturando.

Por mucho que le disgustara la broma, a Johana no le pareció que estuviera tan alejado de la realidad.

Le echó una mirada de reojo a Ariel, que tenía una expresión relajada y, al parecer, buen ánimo.

Johana prefirió apartar la vista y concentrarse en las flores y plantas del jardín, sin contestar nada.

—Pues que te torturen, qué más da —pensó—. Yo también llevo tres años aguantando lo mío.

Viendo que Johana no decía nada, Ariel soltó su mano y le pasó el brazo por los hombros, dándole un leve apretón en la quijada.

—A ver, dime algo —le susurró.

Dicho esto, acercó sus labios a su cuello de manera insinuante, acariciando con descaro la clavícula y bajando la mano con intenciones muy claras. Johana, seria, le atajó la mano y le advirtió:

—Ariel, ya basta, ¿eh? Hay cámaras en el patio.

La seriedad de Johana le sacó una carcajada a Ariel.

Él se inclinó un poco, casi pegando los labios a su oído, y le susurró de manera cómplice:

—En la recámara no hay cámaras.

El cosquilleo de su voz le provocó a Johana una risa nerviosa. Se rascó la oreja, apartó su mano y le soltó:

—¿No tienes vergüenza?

Levantó la vista, apenada, mientras Ariel la observaba divertido, recordando de pronto sus años de estudiantes.

En una ocasión, Johana había ido a la casa de la familia Paredes. Él le pidió ayuda con la tarea y, mientras ella escribía toda concentrada, él no pudo evitar halagarla:

—Oye, ¿sabías que eres muy guapa?

En ese instante, Johana se puso tan colorada que hasta las orejas y el cuello se le tiñeron de rojo.

Rememorando ese momento, Ariel volvió a tomarle la mano, como si fuera lo más natural del mundo.

Johana lo miró y, al notar que Ariel se reía solo, no pudo evitar sonreír también. Esta vez no quitó su mano.

Por primera vez en tres años, se sentían así de tranquilos, y justo después de todo lo que les había pasado.

...

Capítulo 100 1

Capítulo 100 2

Capítulo 100 3

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