No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 11

Pensaba que ella estaba molesta por el regreso de Maite, que quería hacerse la difícil para llamar su atención, cambiar de estrategia y seducirlo de otra manera.

Jamás se imaginó que de verdad traería su identificación y además tendría lista la carta de confidencialidad. Incluso se había puesto a revisar las nuevas políticas que habían salido en estos días.

Ariel empezó a encontrarle cierto encanto a la situación.

Sentía curiosidad por ver hasta dónde llegaría Johana, si aprovechaba el divorcio para exigirle una fortuna.

Mientras la escuchaba, Johana lo miró, incrédula.

No podía concebir lo mal que Ariel pensaba de ella. En serio, ni en su peor pesadilla habría imaginado que él la tuviera en tan baja estima.

Se dio cuenta de que ya no había forma de platicar con él. Ariel y ella simplemente no podían comunicarse.

El prejuicio de Ariel era tan fuerte que ni en mil vidas lograría cambiarlo.

Ya qué.

De todos modos, nada de eso importaba ya.

Al final, lo miró cansada y soltó:

—Si eso es lo que quieres creer, pues adelante. Cuando tengas tiempo, dime y vamos a hacer los trámites, ¿te parece?

Johana reconoció la situación sin rodeos. De inmediato, la sonrisa se borró de la cara de Ariel.

Ahora la miraba de una manera tan distante que congelaba el ambiente.

Johana notó su silencio y agregó:

—Descansa. Si quieres, cuando tengas tiempo, solo avísame.

Dicho esto, Johana se dio la vuelta rumbo a la puerta.

Iba a abrirla con la mano derecha cuando, de pronto, alguien la sujetó de la muñeca.

No tuvo ni tiempo de reaccionar antes de que Ariel la jalara, obligándola a regresar frente a él.

Tropezando un poco, Johana logró mantenerse en pie y lo vio directo a los ojos.

La molestia por el tirón la encendió por dentro, pero al recordar cómo Ariel la había rescatado del incendio, la rabia se le apagó de golpe.

Frotándose la muñeca enrojecida, preguntó:

Lo observó unos segundos antes de decir:

—Sabes bien que nadie se atrevería a meterse contigo. Solo estaba siguiendo tu juego, nada más. Busca un momento y vamos a hacer los trámites, ¿sí? De lo contrario, mamá va a estar encima de ti diario y te va a traer más problemas.

Aunque la que estaba sufriendo era ella, aunque la que se sentía traicionada era ella, aun así tenía que buscar la manera de tranquilizar a Ariel.

Definitivamente, quien se enamora primero, pierde.

Johana insistió en ir a hacer los trámites, pero Ariel, de espaldas, ni siquiera se movió. Su figura, tan distante, parecía inalcanzable.

Ariel no contestó. Johana tampoco buscó más palabras. Sin hacer ruido, abrió la puerta y justo entonces, se topó con Adela, que estaba por tocar.

—Mamá —exclamó Johana, sorprendida.

Adela echó un vistazo rápido al interior del cuarto antes de mirar de nuevo a Johana y preguntar en voz baja:

—Joha, ¿Ariel te está haciendo pasar un mal rato? ¿Discutieron?

Johana sonrió y le respondió:

—No, mamá, no discutimos.

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