No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 128

—Además, estos años he estado muy cansada, y la verdad, ya no quiero seguir —dijo Johana, haciendo una pausa antes de continuar—. Ahora que cambié de trabajo, ya no me siento tan presionada. Estoy pensando que, después del divorcio, tal vez me mude con mi abuelo o compre una casa para mí sola. Siento que así estaría mucho mejor.

Sobre su depresión, Johana no se atrevía a contarle nada a Marisela, por miedo a preocuparla. Tampoco quería que la familia Paredes se enterara de su situación.

Solo quería terminar el matrimonio con Ariel cuanto antes, cortar todo lazo y empezar una vida completamente nueva.

En cuanto a la casa de la Serenidad, era casi seguro que no volvería a vivir ahí.

Ese lugar estaba cargado de recuerdos tristes y pesados que prefería no enfrentar ni volver a recordar.

Johana seguía firme en su decisión de divorciarse. Marisela la miró y soltó:

—Joha, sigues siendo la misma de siempre, no has cambiado nada. Siempre aguantas y aguantas, hasta que ya no puedes más y, cuando tomas una decisión, no hay quien te haga cambiar de idea, ni aunque te lo rueguen.

—Pero bueno, la verdad es que Ariel también es bien complicado. No te voy a decir nada más, solo que cuando te divorcies, yo te voy a conseguir a alguien bueno, para que le tapes la boca a Ariel y vea lo que perdió.

Johana no pudo evitar reírse:

—Va, entonces me quedo esperando a que me presentes novio.

—Tú tranquila, Joha —reviró Marisela—, seguro que el que te presente será mil veces mejor que Ariel.

Siguieron platicando y, de pronto, Marisela suspiró, se le arrugaron las cejas y dijo:

—Tú ya tienes tu vida planeada, pero yo, estos días, mis papás me traen loca. No dejan de presionarme para que salga con tipos que ni conozco. Te soy sincera, viendo cómo te fue con Ariel, se me quitan las ganas de casarme.

Mientras le servía comida en el plato a Marisela, Johana la animó:

—No todas las parejas terminan como nosotros. Tus papás se llevan bien, y hay gente que sí es feliz. Lo mío con Ariel salió mal porque él nunca me quiso.

—Ya verás que, si algún día se casa con alguien a quien de verdad quiera, seguro será feliz.

Al decir eso, Johana sintió una punzada en el pecho. Era como hurgar en una herida que todavía no sanaba.

Marisela, notando el tono de su amiga, la detuvo:

—Ya, Joha, no me trates como extraña. Estamos comiendo las dos, no hace falta que me estés sirviendo.

Johana soltó una pequeña risa:

Capítulo 128 1

Capítulo 128 2

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