No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 181

Al siguiente segundo, la habitación quedó envuelta en un silencio total.

Ariel se quedó quieto de inmediato, y la voz de Johana, que intentaba calmar las cosas, también se detuvo de golpe.

Cuando al fin reaccionó y logró soltarse de los brazos de Ariel, notó que un hilo de sangre corría por su frente. El rostro de Johana palideció en un instante.

Jamás había tenido intención de hacerle daño, solo que había entrado en pánico.

Dejó caer apresurada el adorno que tenía en la mano, se acercó con rapidez y rozó la frente de Ariel con los dedos, preguntando en voz baja:

—¿Tú… estás bien?

En cuanto terminó de hablar, Ariel también volvió en sí. Se limpió la sangre de la frente y, mirándola, le habló con una voz suave y tranquila:

—De veras que no te mides.

Johana apartó la mano de la frente de Ariel, apoyó ambas manos sobre la cama y, sin fuerzas, murmuró:

—Perdón, no fue mi intención.

Tras disculparse, se bajó de la cama, tomó su ropa, lo miró por un momento y enseguida se dio la vuelta para salir corriendo hacia la recámara de al lado.

Al cerrar la puerta, apoyó la espalda contra ella, levantó la cabeza y se quedó mirando el techo, exhalando un suspiro largo y pesado.

No quería haberle pegado.

...

Mientras tanto, en la habitación principal de al lado.

Ariel, recordando lo asustada que estaba Johana hace un momento, y cómo hasta gritó su nombre, no sabía si reír o llorar.

Seguía siendo igualita a como era antes.

En realidad, él tampoco había puesto mucha fuerza; de haberlo hecho de verdad, la habría detenido fácilmente.

Solo que, al verla tan nerviosa, tan parecida a cuando era niña, decidió seguirle un poco el juego.

Sentado al borde de la cama, se limpió la sangre de la frente, se puso de pie, tomó el botiquín y se fue al baño a curarse la herida.

No quiso alarmar a Daniela ni a nadie más, así que, una vez que hubo terminado, se puso a cambiar las sábanas de la cama.

Cuando terminó con todo, fue a tocar la puerta del cuarto de Johana.

—Johana, abre la puerta.

Y añadió:

—Fui yo quien te asustó, quiero disculparme. Ábreme, déjame ver si no te hiciste daño en la mano.

Detrás de la puerta, Johana volteó a mirarla y luego revisó sus propias manos.

No tenía ni un rasguño.

Al notar que Ariel no le guardaba rencor y hasta había ido a buscarla para tranquilizarla, Johana contestó, agotada:

—No me pasó nada en la mano, de verdad no fue a propósito. Déjame estar sola un rato.

La diferencia de fuerza entre los dos la seguía inquietando.

Capítulo 181 1

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