No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 180

Johana echó un vistazo a esa silla.

Ya lo había dicho, Ariel tenía algo entre manos hoy, y por supuesto, ella lo había adivinado.

Sin mostrar mucha emoción, Johana se quedó mirando a Ariel un largo rato, luego se acercó con calma y se sentó en el sofá.

Llevaba mucho tiempo preparándose para esto; había imaginado esta escena mil veces. En la mesa había una pluma, lista para firmar lo que fuera necesario.

Después de que Johana se acomodó, Ariel se sentó en la silla frente a ella.

Ambos quedaron frente a frente. Ariel notó que el cabello de Johana estaba algo desordenado y alzó la mano para acomodárselo.

Johana no apartó su mano, simplemente lo miró fijamente.

Cuando terminó de arreglarle el cabello, Ariel se volvió hacia la mesa y tomó un montón de fotos, luego se las pasó a Johana como si nada.

Al ver esto, Johana tomó las fotos y les echó un vistazo. Por un momento se quedó muda.

Ella pensaba que Ariel iba a hablar sobre el divorcio, que el acuerdo ya estaba listo.

Pero… ¿qué rayos era esto? ¿No eran solo fotos de ella comiendo hamburguesas con Berta?

Al terminar de revisar las fotos, Johana levantó la mirada hacia Ariel. Justo cuando iba a preguntarle qué significaban, Ariel habló primero.

Con la mirada fija en ella y un tono que no dejaba ver ningún sentimiento, preguntó:

—¿Te gusta Hugo? ¿O te gusta ese niño?

Sin darle tiempo para responder, Ariel continuó:

—Si te gusta Hugo, en este momento voy y me encargo de él. Pero si te gustan los niños, nosotros podemos tener varios.

¿Tener varios?

Johana no pudo evitar reírse, una risa que le salió del enojo.

¿Así que todo el alboroto de esta noche era por esto?

Se quedó mirando a Ariel, completamente desconcertada, y al fin dijo con seriedad:

—Ariel, ya basta, no digas tonterías. Si no tienes nada más que decir, me voy al cuarto de al lado a descansar.

Esto era absurdo.

Apenas terminó de hablar y se levantó para irse, Ariel la tomó de la muñeca y la jaló de regreso.

De un tirón la hizo sentarse otra vez en el sofá.

—Ariel, ¿qué te pasa? Ya en serio, cuando tú vienes a reclamarme, ¿entonces yo también te puedo reclamar? ¿No que ibas a regresar en unos días? ¿Por qué llegaste antes?

Johana lo miró con esa astucia suya. Ariel le replicó:

—¿Entonces sí te gusta Hugo?

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