Ella recordaba, y tenía muy presente todo lo relacionado con Lorena.
Lorena era una persona bondadosa.
Todavía tenía grabado en la memoria aquel episodio, justo el segundo año después de que su madre se fue. Ese día, fue con Marisela a un evento, y Estela y sus amigas empezaron a burlarse de ella porque ya no tenía mamá.
En ese momento, Lorena fue quien intervino para ayudarla. Les puso un alto a Estela y compañía, las regañó con firmeza y luego se quedó a su lado, dándole palabras de aliento, haciéndola sentir mucho mejor.
Desde entonces, cada vez que se encontraba con Lorena, ella siempre la trataba bien, incluso le regaló varios libros interesantes para que leyera fuera de la escuela.
Ella y Maite tenían personalidades muy distintas.
Por otro lado, había escuchado que Lorena tenía problemas de salud desde pequeña.
Johana notó que Ariel la miraba, y él le sonrió con suavidad antes de continuar:
—Lorena me salvó la vida en una ocasión.
Al escuchar eso, Johana se quedó completamente quieta, sin apartar la vista de Ariel.
Una ráfaga de viento recorrió el lugar, moviendo su cabello y haciendo ondear la ropa de Johana.
Ella lo observaba en silencio, y mientras él hablaba del pasado, sus ojos reflejaban una tristeza que intentaba ocultar.
Después de un momento, Ariel retomó el relato con calma:
—Cuando terminó el examen de ingreso a la universidad, todos organizamos una salida. Lorena y yo bajamos la montaña para comprar algunas cosas, pero el carro chocó contra la barrera en la mitad del camino y volcó. La puerta del copiloto se abrió de golpe y Lorena salió disparada.
—Yo quedé atrapado, no podía salir. Lorena, a pesar de su condición, corrió durante más de dos horas montaña abajo para buscar ayuda y salvarme. Tú sabes, más o menos, cómo era su salud, y lo que hizo fue muy difícil para ella.
—Justo cuando lograron levantar el carro y yo pude salir, el vehículo explotó en llamas.
—Todo ese asunto se mantuvo en secreto. Ni siquiera Marisela supo lo que pasó.
Ariel hizo una pequeña pausa y agregó:
Ella sí había oído que en esa salida sucedió algo grave, pero nunca supo los detalles, y Marisela tampoco.
Mirando fijamente a Ariel, comprendió que toda esa explicación tenía sentido, y que justificaba el trato especial a la familia Carrasco.
Así todo encajaba: muchas de las cosas que hacía Maite, las hacía solo para que ella las viera.
La verdad, eso ya lo había notado desde hace tiempo.
Sin embargo, los problemas de su matrimonio con Ariel nunca habían sido por culpa de terceros. Todo era entre ellos.
Johana, apoyada igual que Ariel en el cofre del carro, lo miró unos segundos y luego le habló en voz baja:
—Te entiendo. Entiendo por qué cuidas a la familia Carrasco.
Después de todo, ella también sentía una gratitud parecida hacia Ariel.
Incluso si pensaba que lo suyo no funcionaba, incluso si deseaba divorciarse, seguía agradecida porque él alguna vez le había salvado la vida.

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