Johana sonrió de nuevo y soltó con sinceridad:
—Pero, Ariel, que Lorena te haya salvado la vida no borra lo que hiciste en nuestro matrimonio. Además, la forma en que me trataste no tiene nada que ver con la familia Carrasco, ni con que Lorena te haya ayudado.
Antes de que Ariel pudiera decir algo, Johana continuó, con una tranquilidad inesperada:
—No puedes justificar tres años de indiferencia y todo lo que me hiciste solo porque tenías malos entendidos conmigo.
—Y Ariel, después de tanto tiempo que nos conocemos... Que pensaras así de mí, que me juzgaras sin conocerme de verdad, la verdad sí me dolió mucho.
Ella había creído que trabajar juntos en Grupo Nueva Miramar los uniría como pareja, que si se esforzaba al máximo, tarde o temprano él lo notaría y lo valoraría.
Pero, en el fondo, las personas ven las cosas de formas muy diferentes. Lo que uno hace por amor, para otros puede parecer manipulación o cálculo.
Eso de “uno dice sin mala intención, pero el otro escucha con el corazón herido” le quedó claro.
Si hubiera sabido que su entusiasmo sería visto como estrategia, como un plan oculto, nunca habría aceptado entrar al Grupo Nueva Miramar.
A veces, tanto sacrificio es totalmente innecesario.
Hacer lo que uno ama, eso sí es lo que importa.
...
Johana mencionó sus tres años de matrimonio. Ariel la miró y, con una sonrisa un tanto irónica, soltó:
—Veo que este tema no lo vas a soltar tan fácil, ¿verdad?
Luego, agregó:
—Si de verdad ya no quieres vivir en la Casa de la Serenidad, podemos mudarnos. O si prefieres quedarte aquí, yo puedo venir y quedarme contigo.
Mientras Ariel hablaba, Johana giró la cabeza y lo miró fijamente durante varios segundos. Luego apartó la mirada y se quedó viendo hacia el frente, con el semblante tranquilo.
Alrededor, de vez en cuando pasaba alguien y al verlos recargados en aquel carro de lujo, no podían evitar mirarlos más de una vez, pensando que quizá estaban filmando una telenovela.
Johana, con la botella de agua en la mano, se apoyó en el carro para tomar fuerzas.
Ya desde hace año y medio, el médico le había sugerido cambiar de ambiente, dejar ese matrimonio atrás y empezar de nuevo.
Pero nunca se atrevió, siempre le dio otra oportunidad a Ariel, siempre intentó salvar lo que tenían.
Hasta ese día en que lo escuchó bromeando con Estela, y luego con Raúl... después de eso, ya no encontró razones para seguir luchando.
A todo esto, Ariel solo la miraba en silencio.
La noche se volvía cada vez más oscura, el viento le movía el cabello a Johana. Aunque estaba justo frente a él, Ariel sentía que ella se le escapaba, que había una distancia imposible de cruzar.
Esta vez, Johana ya no tenía ese trato educado de siempre, ni se mantenía distante ni reservada. Solo quedaba la paz de quien ya soltó todo.
Se mostró tal como era, sin esconderse.
Dijo que se había vuelto pequeña, insignificante por él. Dijo que estos tres años habían sido muy duros.
Y, aun así, él solo había visto en su entrega un intento de manipularlo, de buscar algo más.

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