No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 26

Johana levantó la mirada.

Estaba pensando en qué decir cuando Néstor, con voz tranquila, comentó:

—Siéntate adelante, así platicamos mejor.

En cuanto escuchó eso, Johana entendió a qué se refería.

Quería hablar sobre lo que pasaba entre ella y Ariel.

Sin decir palabra, Johana se quedó mirando a Néstor un rato. Al final, decidió sentarse en el asiento delantero.

Cerró la puerta, se puso el cinturón y Néstor encendió el carro.

Afuera la calle estaba en silencio, las luces blancas de los postes hacían que la noche se sintiera aún más callada.

Néstor sostenía el volante con ambas manos. Miró de reojo a Johana y le preguntó, sereno:

—¿Ya decidiste divorciarte de Ariel?

Johana lo observó y asintió.

—Sí, Ariel me dijo que en cuanto termine unos proyectos va a hacer el trámite.

Ariel se había estado haciendo el desentendido con el acuerdo de divorcio, como si pensara que ella buscaba quedarse con su dinero.

Pero en cuanto ella le aclarara las cosas, él firmaría sin dudar.

Néstor no le sugirió que no se divorciara ni se puso del lado de la familia Paredes. Solo preguntó:

—¿Y qué piensas hacer después de separarte de Ariel?

El hecho de que Néstor no tratara de persuadirla le hizo sentir alivio a Johana.

—Conseguir un trabajo en algo de mi carrera —le contestó— y dedicarme a cuidar a mi abuelo unos años.

En cuanto terminó de hablar, la expresión de Néstor se volvió más seria y se quedó callado.

Aunque pasaba la mayor parte del tiempo en el ejército, estaba enterado de cómo iba el matrimonio de Johana y Ariel, y no le era ajeno el trato que Ariel le daba a Johana.

Pasaron unos minutos en silencio antes de que Néstor preguntara:

—¿Ya sabes en qué empresa quieres trabajar?

—Avanzada Cibernética. Hace poco mandé mi currículum y ya me contestaron, puedo empezar cuando quiera —le explicó Johana.

El gerente de recursos humanos de Avanzada Cibernética había recibido el currículum de Johana y de inmediato se lo mostró al jefe, Hugo Escobar.

Al fin y al cabo, era la ex subdirectora de Grupo Nueva Miramar la que estaba aplicando.

Hugo era uno de esos talentos a los que el gobierno había traído de regreso hace unos años. Volvió al país a los veintiséis, con un doctorado, y de inmediato se volvió asesor de la Universidad Nacional de Río Plata.

Por ahora, Adela seguía viviendo en la Casa de la Serenidad, vigilando de cerca a Ariel.

Johana se quitó el cinturón, miró hacia el patio y luego volvió la vista a Néstor.

—¿Quieres pasar un rato? Mi mamá está aquí.

Néstor sonrió.

—Ya es muy tarde, seguro ya está dormida. Mejor la próxima vez.

Johana asintió.

—Perfecto, la próxima invito también a Marisela.

Se despidió de Néstor y bajó del carro.

Néstor la observó mientras entraba a la casa, pero tardó en arrancar de nuevo.

Al ver que la luz del dormitorio principal seguía encendida y que las cortinas estaban corridas, Néstor bajó la ventana y se quedó mirando hacia arriba mucho rato.

Solo volvió en sí cuando el celular sonó en su bolsillo. Se sobresaltó, arrancó el carro y se fue.

Pero al recordar la queja de Marisela y la noticia del divorcio de Johana, ese hombre que siempre parecía tan calmado, ahora llevaba el ceño fruncido y la mirada sombría.

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