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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 261

Alrededor de Johana se formó un círculo de estudiantes. Había tanto chicos como chicas, aunque era evidente que predominaban los chicos.

Al ver el entusiasmo de todos y siendo la primera vez que se encontraba en una situación así, Johana sacó su celular y mostró el código QR para que pudieran escanearlo.

—Por lo general, mi trabajo me mantiene bastante ocupada, así que puede que no logre responder todos los mensajes o tarde en contestar, pero les voy a estar compartiendo información profesional en mis publicaciones.

Bruno, al notar la escena, se apresuró a intervenir.

—Compañeros, hasta aquí llegamos con el intercambio de contactos. La señorita Johana no va a poder agregar a todos a su WhatsApp. Más adelante, la página oficial de Avanzada Cibernética les va a compartir el Twitter de la señorita Johana. Síganla ahí, con eso es suficiente.

Mientras hablaba, Bruno tomó el celular de Johana y dispersó a los estudiantes que se habían amontonado.

Sin perder tiempo, ignoró todas las solicitudes de amistad que habían llegado y devolvió el celular a Johana.

—Imagínate, si cada uno de estos estudiantes te escribe una frase al día, no te va a quedar tiempo para nada más.

Johana se pasó la mano por la frente, entre divertida y sorprendida.

—Jamás pensé que pasaría algo así. Cuando nosotros estudiábamos, ni se nos ocurría agregar a los profesores al WhatsApp.

Bruno se encogió de hombros.

—Ahora los chicos son muy directos y entusiastas. Y la verdad, la mayoría sólo busca pretexto para platicar contigo.

Bruno hablaba con conocimiento de causa. Durante un tiempo, a él le llegaban a diario cafés y botanas, al punto que sus compañeros lo molestaban por eso.

Johana no podía hacer otra cosa que reírse de la situación.

Mientras platicaban, ambos regresaron al backstage. Al llegar a la sala de descanso, se toparon con Fermín.

El director de la universidad también estaba ahí.

Johana saludó primero al director y después, con cortesía, a Fermín.

—Señor Fermín.

Fermín le sonrió a Johana y le extendió la mano con calidez.

—Señorita Johana, su ponencia fue muy profesional y se notó el esfuerzo que puso. Felicidades, lo hizo excelente.

Johana era la nueva promesa; todos sentían curiosidad por conocerla. Además, su tesis había causado revuelo días antes, y muchos se sorprendieron al descubrir que no era un hombre mayor de treinta, sino una joven de poco más de veinte años.

Eso hizo que la atención sobre ella creciera aún más.

Incluso, ya empezaban a surgir comentarios en línea sobre una posible pareja entre ella y Fermín, pues decían que combinaban muy bien.

Johana, ajena al alboroto digital, caminaba rezagada mientras contestaba la llamada de Edmundo, platicando de asuntos laborales.

Al llegar al restaurante, Johana fue primero al baño.

Al salir, se secaba las manos mientras se dirigía de nuevo al salón privado, cuando de repente, vio a Ariel doblando la esquina del pasillo.

Por un instante, Johana se detuvo en seco.

No esperaba encontrarse a Ariel ese día en la Universidad Nacional de Río Plata. Aunque, pensándolo bien, tampoco era tan raro: él también fue egresado de esa universidad, incluso considerado uno de los mejores exalumnos, invitado especial en cada aniversario y con varias conferencias impartidas ahí.

Desde el otro extremo del pasillo, Ariel también la vio y se quedó quieto.

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