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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 266

Al ver el mensaje que Ariel le mandó, Johana entendió de inmediato de qué se trataba.

Por fin podían ir a entregar la solicitud.

Con el celular en la mano, Johana respondió enseguida: [Mañana tengo tiempo, te espero en la mañana en el ayuntamiento.]

En realidad tenía una reunión temprano, pero su primer impulso fue pedirle permiso a Hugo para faltar. Sentía que tenía que resolver ese asunto cuanto antes.

Sin embargo, apenas envió el mensaje, Ariel contestó de inmediato: [Mañana tengo que salir de viaje, hay que dejarlo para después.]

Hasta hace un momento se sentía animada, pero al leer la respuesta de Ariel, todo el ánimo se le apagó de golpe.

Se quedó mirando el celular un rato, luego lo dejó a un lado y volvió a concentrarse en el trabajo.

No le respondió más a Ariel.

La verdad, no era un trámite complicado y podía resolverse rápido. Pero con la forma de ser de Ariel, entre más lo presionaba, menos quería él hacer las cosas.

Así que prefirió dejarlo así.

...

En la recámara principal de la Casa de la Serenidad.

Junto a la ventana, Ariel esperó un buen rato a que Johana le contestara de nuevo, pero el mensaje nunca llegó. Con el ceño apretado y la mirada dura, tiró el celular sobre la mesa de noche y se encendió un cigarro.

Soltó una bocanada densa mientras miraba el paisaje a lo lejos, sintiendo que algo le pesaba en el pecho.

El mensaje que le mandó a Johana solo era para avisarle que la abuela ya había salido del hospital, y que tanto ella como su abuelo ya no tendrían que estar yendo y viniendo por consultas.

Pero Johana, en vez de eso, salió con que lo esperaba en el ayuntamiento para el trámite.

Si ella no lo hubiera recordado, él ya ni se acordaba del divorcio.

Permaneció un rato más junto a la ventana, luego apagó el cigarro en el cenicero y, al girar rumbo al escritorio, se topó con unos portarretratos en la repisa.

Se detuvo frente a ellos, observándolos en silencio.

Eran fotos de la época de la prepa.

En una, Lorena salía a su lado, con esa expresión tranquila y obediente que siempre la caracterizaba.

Ariel pasó la mano por el marco y de pronto se dio cuenta: después de tantos años con Johana, nunca se habían tomado una foto juntos.

Ni siquiera tenían foto de boda.

Echó un vistazo a la habitación. Johana había vivido ahí tres años.

—Hola, papá —saludó Johana con respeto apenas lo vio.

Jairo le devolvió la sonrisa.

—La verdad, Avanzada Cibernética te queda mucho mejor que Grupo Nueva Miramar.

Johana sonrió y le respondió:

—Sí, aquí sí encajo con lo que estudié.

Después de intercambiar un par de palabras sobre la familia, cada uno volvió a su lugar.

Hugo, que prefería estar tranquilo, aprovechó la reunión para adelantar trabajo en su computadora y dejó que Johana hiciera la presentación frente a todos.

La sala de juntas era enorme. Excepto por Johana, todos los presentes eran figuras reconocidas en sus respectivos campos.

Poco después de las diez, la junta terminó.

Hugo tuvo que quedarse porque los jefes lo llamaron, así que Johana salió sola a la entrada a buscar un carro.

Esperó y esperó, pero no pasaba ningún taxi ni aparecía ningún carro de aplicación. Justo cuando empezaba a impacientarse, de pronto el carro de Fermín se detuvo frente a ella.

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