Luego, Johana explicó que el enfoque de Avanzada Cibernética en el tema de energía inalámbrica se centraba principalmente en la transmisión y recepción de electricidad, es decir, en el desarrollo de transmisores y receptores, y no en la generación de energía como tal.
Mientras Johana exponía estos aspectos técnicos, Fermín la observaba con una leve sonrisa en los labios; no apartaba la mirada y escuchaba con total atención.
Fermín sentía una gran admiración por Johana.
A las once en punto, Johana recibió una llamada de Hugo. Él le avisó que ya había terminado de hablar con el alcalde Lozano, así que Johana se levantó del sofá y le dijo a Fermín:
—Señor Fermín, Hugo ya terminó con sus asuntos. Debo regresar a la empresa.
—En cuestiones de energía inalámbrica, Hugo es aún más experto. Si desea saber algo más o profundizar en el tema, puede platicar con él.
Fermín también se puso de pie para despedirla:
—Perfecto, después me pondré en contacto con Hugo. Muchas gracias, señorita Johana, por la clase de hoy.
—Señor Fermín, no tiene por qué agradecer —respondió Johana con cortesía.
Cuando ambos se acercaban a la puerta, Fermín se detuvo de repente y volteó a verla.
—Señorita Johana, ¿podemos ser amigos?
Johana se detuvo también, giró y lo miró, un poco desconcertada por la pregunta.
Fermín, notando su desconcierto, sonrió y agregó:
—Cada vez que platico con usted, aprendo mucho. Así que espero poder seguir aprendiendo de usted, y que además de trabajar juntos, podamos ser amigos fuera del trabajo.
Johana no supo bien cómo responderle a ese gesto, así que optó por sonreír y decir:
—Señor Fermín, me halaga. Si en algún momento necesita información o tiene dudas sobre algún proyecto, puede llamarme cuando guste. Yo le contestaré todo lo que sepa.
En el fondo, Johana pensó que quizás Fermín solo le ofrecía su amistad por compasión, al saber que ella no tenía familia.
Fermín, percibiendo su buena disposición, añadió con una sonrisa:
—Perfecto, señorita Johana. Entonces, cualquier cosa que no entienda, la buscaré directamente.
—Muy bien, entonces regreso a la empresa.
Fermín, siempre atento, le abrió la puerta para despedirla justo cuando Hugo salía de la oficina del alcalde Lozano.
Johana lo llamó:
—¡Hugo! —y enseguida se dirigió hacia él.
...
En el estacionamiento, Hugo le lanzó las llaves del carro a Johana.


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