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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 298

Johana sonrió apenas: —No estuvo mal.

Apenas terminó de decirlo, un silencio incómodo se instaló en la oficina.

Afuera, el cielo seguía azul, salpicado de nubes blancas.

Ariel estaba de pie frente a ella, con su vaso de bebida caliente en la mano, mirándola con calma.

Ambos se quedaron quietos, mirándose fijamente. Johana, tan callada, empezó a sentirse incómoda.

Así que, apurada por romper el hielo, volvió a mirar a Ariel y, con una sonrisa ligera, le preguntó:

—¿Y tú? ¿Cómo has estado últimamente?

No era que hubiera pasado tanto tiempo desde la última vez que se vieron, pero la distancia entre los dos se sentía como si hubieran pasado años.

Johana se esforzaba por encontrar tema de conversación. Ariel sonrió:

—También he estado bien.

Pero en su interior... la extrañaba mucho.

En los días ocupados, en los momentos libres, sin importar la ocasión, ella siempre volvía a su mente.

Desde que Lorena se fue, nunca había sentido una añoranza tan intensa.

Por suerte, podía enterarse de cómo estaba Johana a través de Marisela, y eso calmaba un poco su nostalgia.

Ariel desvió la mirada, y Johana, sintiéndose un poco incómoda bajo su atención, se volteó a ver su escritorio, buscando un tema para no quedarse callada.

—Estoy calculando unos datos —dijo—. Los voy a necesitar para la reunión.

Ariel, escuchando, se apresuró a dejar su vaso sobre la mesa para visitas y le dijo:

—Entonces sigue trabajando, yo me adelanto a la sala de juntas.

Johana asintió:

—Está bien, nos vemos en un rato.

Ariel se fue, y Johana dio un par de pasos para acompañarlo hasta la puerta.

Al cerrar, Ariel se giró una vez más hacia Johana, y ella le regaló una sonrisa tranquila.

Solo cuando la puerta se cerró por completo, Johana soltó un suspiro largo, aliviada.

Volvió a mirar de reojo la oficina: alcanzó a ver a Ariel, con las manos en los bolsillos del pantalón, subiendo las escaleras con una actitud despreocupada. Solo entonces regresó a su escritorio y continuó con el trabajo pendiente.

No pasó mucho antes de que la chica de administración viniera a recordarle que ya era hora de la reunión. Johana tomó los papeles que acababa de imprimir y subió.

En un abrir y cerrar de ojos, ya hacía más de medio mes que su abuelo se había ido.

Cuando los últimos inversionistas desaparecieron de su vista, Johana y los demás regresaron a la empresa. Edmundo, con una sonrisa, comentó:

—El señor Ariel sí que es de mente abierta. Invierte sin estar encima de todo y sin exigir tanto.

Hugo añadió:

—Ariel tiene mucha visión para los negocios. Estoy seguro que Nueva Miramar va a llegar lejos.

Johana escuchó la conversación de Hugo y Edmundo sin intervenir.

De vuelta en la oficina, la rutina continuó como siempre, tanto el trabajo como la vida diaria.

Entraba temprano y salía tarde, casi siempre sola.

Esa tarde, mientras Johana regresaba del laboratorio, se topó con Hugo bajando las escaleras del segundo piso.

Al verla llegar, Hugo le dijo:

—Johana, Fermín quiere enterarse más a fondo sobre la tecnología de control remoto y la radiofrecuencia. ¿Crees que puedas agendar una cita con él para explicarle los detalles? En el ayuntamiento y en instancias superiores están muy interesados en estos desarrollos.

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