No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 310

Ariel siempre buscaba dialogar las cosas, lo que hizo que Johana recordara la plática que había tenido esa mañana con Raúl.

Él le había contado que soñó que ella no despertaba. Esa noche, Ariel no se atrevió a dormir y pasó temblando hasta el amanecer.

Johana bajó la mirada y observó a Ariel por un rato antes de responder, con voz tranquila:

—¿No faltan todavía algunos días? Mejor esperemos un poco más, no hay prisa por decidirlo ahora.

Ella entendía perfectamente lo que pasaba por la cabeza de Ariel; sabía que él no quería divorciarse.

Lo que Johana no podía asegurar era si se debía a los años compartidos, a la compasión que sentía por ella, o simplemente a la presión de su padre y su abuela.

Sin embargo, aquellos tres años que habían pasado juntos... no estaba dispuesta a repetirlos.

Además, nadie podía garantizar —ni siquiera Ariel— que él realmente lograría dejar atrás el pasado y cortar por completo con Maite.

En estos días, Ariel había recibido varias llamadas que no quiso contestar. Johana lo notó, aunque prefirió no decir nada al respecto.

Estaban en el hospital, en una situación fuera de lo común. Pero ¿y después? ¿Sería Ariel igual de firme cuando ella saliera de ahí?

¿Maite estaría dispuesta a dejarlo ir tan fácil?

A decir verdad, ya no quería involucrarse en ese enredo entre ellos.

Ambos se miraron en silencio. Ariel parecía querer decir algo más, pero Johana lo interrumpió:

—Cuando llegue el momento, lo hablamos.

Añadió, bajando aún más la distancia entre ambos:

—Y en estos días... gracias por cuidarme.

Ese agradecimiento marcó un límite claro entre los dos.

Ariel, notando el cambio, no insistió. Solo levantó la mano derecha y, con suavidad, le acarició la mejilla a Johana.

—Está bien. Entonces, cuando llegue el día, lo volvemos a platicar.

...

Durante los siguientes dos días, Johana mejoró bastante; ya podía caminar distancias cortas sin necesidad de apoyarse en nada.

Esa mañana, la luz se filtraba cálida desde las ventanas, y Johana le dijo a Carina:

—Carina, quiero salir un rato a caminar abajo. Siento que llevo siglos sin bajar y tengo ganas de ver el paisaje.

Carina andaba recogiendo la habitación, pero contestó de inmediato:

—Está bien, pero el sol está fuerte. ¿Prefieres que lleve una sombrilla?

Johana soltó una sonrisa:

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