No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 322

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Al ver el mensaje de WhatsApp que le mandó el señor Farías, Johana se quedó inmóvil.

¿El contrato que se firmó en la tarde con Soluciones Byte?

Eso debió haber sido cuando Ariel le escribió para avisar que regresaría tarde, justo cuando ella se cayó por las escaleras.

En ese instante, Johana entendió por qué Marisela no podía ver a Ariel ni en pintura, por qué lo miraba con tanto desdén.

Todo era por culpa de Soluciones Byte.

Sin mostrar emoción alguna, Johana contempló su celular, de pronto callada. Marisela, al notar el silencio, preguntó:

—Joha, ¿qué pasa?

Con la pregunta de Marisela, Johana volvió en sí de golpe, puso el celular de nuevo en la mesa donde preparaban bebidas y sonrió:

—Nada, es un mensaje de un compañero del trabajo.

Siguieron platicando, pero Johana no mencionó nada sobre la licitación.

Sabía perfectamente que Marisela no se lo había contado para no lastimarla.

Marisela, por su parte, la observaba con atención. Sentía que Johana ya sospechaba algo, que todo lo había notado, aunque eligiera no decirlo en voz alta.

También estaban los temas de Lorena Carrasco, que en su momento había salvado a Ariel, y todo ese pasado entre Ariel y Lorena. Durante la hospitalización de Johana, su mamá ya le había contado esos detalles.

Si de favores se trataba, Ariel ya había pagado con creces cualquier deuda con la familia Carrasco. Además, cualquiera en el asiento del copiloto habría hecho lo mismo para salvar a un amigo.

Sin contar que, de niño, Ariel también había sido rescatado por alguien, pero nunca se le vio obsesionado ni agradecido de por vida con esa persona.

Ni una sola vez lo escuchó mencionar aquel episodio ni hablar de su salvador.

Así que, lo que Ariel extrañaba no era una deuda de gratitud, sino un amor perdido.

Estaba claro que veía a Maite como el reemplazo de Lorena, al fin y al cabo eran gemelas y se parecían demasiado.

Pero todo esto, Marisela no se atrevía a contárselo a Johana, no quería que volviera a venirse abajo.

Y luego estaba Maite, que no tenía vergüenza alguna. Incluso se había internado en el hospital diciendo que sufría de depresión.

De verdad, qué descaro.

Mientras sonreía y conversaba con Johana, en la cabeza de Marisela giraban todos estos pensamientos ajenos a la charla.

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