Así que, esa frase de “el matrimonio es solo un papel, el amor es lo que siento”, no la escribió pensando en casarse con él, sino que describía cómo se sentía cuando la obligaron a casarse con Néstor, ¿verdad?
La persona de la que estuvo enamorada en secreto, siempre fue él.
Él la malinterpretó, creyó que ella gustaba de otro, y durante tres años se llenó de dudas y celos.
Al final, hasta la perdió.
—¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué nunca me lo dijo? —Ariel frunció el entrecejo, murmurando casi sin darse cuenta.
Marisela lo miró, girando el rostro con gesto serio—: ¿Qué cosa no te dijo?
Ariel, con el cuaderno temblando entre sus manos, respondió—: Que estaba enamorada de mí… ¿por qué no me lo confesó?
La confusión de Ariel hizo que Marisela levantara la voz de inmediato—: Joha siempre fue muy tímida, claro que te quería. Si no te hubiera querido, ¿cómo crees que se hubiera casado contigo? El que no la quería eras tú. Toda la vida, fuiste tú el que no la supo valorar.
La acusación de Marisela dejó sin palabras a Ariel. Con el cuaderno en las manos, negó con la cabeza—: No lo sabía… de verdad, no tenía idea de que Joha sentía algo por mí. Yo pensé…
Se detuvo a la mitad de la frase.
En el fondo, Ariel siempre pensó que Johana tenía a alguien más en el corazón. Estaba convencido de que ella no lo quería.
Escuchando sus palabras, Marisela ya no pudo aguantarse el coraje y le soltó—: Lo único que sabes es hablar de Lorena, de la familia Carrasco… ¿y qué más sabes tú? Ni siquiera mereces estar con Joha, mucho menos que ella te haya querido.
—Ariel, yo jamás te voy a perdonar. Por Joha, te voy a guardar rencor toda la vida.
Mientras decía esto, Marisela devolvió el portarretratos al librero y, al hacerlo, vio que del estante donde Ariel había estado buscando, se cayeron dos expedientes médicos. Marisela los recogió de inmediato.
Bajó la mirada, abrió los expedientes y de repente su semblante cambió por completo.
¿Depresión?
Pero Ariel no le hizo caso. Salió de la mansión Herrera con el expediente en la mano.
Marisela, al verlo, cerró con llave la puerta y subió a su carro para seguirlo.
No fue difícil adivinar a dónde iba Ariel al ver la dirección: directo al hospital. Marisela entendió que su hermano buscaba al médico que atendía a Johana. Quería respuestas.
...
Al poco tiempo, ambos llegaron al hospital. El médico de Johana estaba de turno y justo se encontraba en su consultorio.
Ariel le entregó el expediente. El doctor levantó la mirada, observó a los dos hermanos y finalmente tomó el archivo, hojeándolo con calma.
Al ver su propia letra y repasar el historial de Johana, el doctor se acomodó en la silla y preguntó, sereno—: Esta paciente es mía. ¿Qué sucede?

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