No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 7

Maite se levantó con una sonrisa para dar la bienvenida:

—Hace rato me topé con Joha, así que la invité a comer con nosotros. Ariel, ¿no te molesta, verdad?

Ariel ni se inmutó. Echó una mirada a Johana, su rostro tan impasible como siempre.

—Si tú estás contenta, me da igual —soltó, sin emoción.

Ariel tomó asiento junto a Maite. Ella le sirvió una infusión y, mientras lo hacía, comentó:

—Justo estábamos platicando con Joha. Me dijo que ustedes dos piensan divorciarse. Yo ya estaba pensando que, cuando se separen, tengo que presentarle a Joha a un buen muchacho. No puedo dejar que pierda más años contigo.

Aunque Ariel y Johana eran esposos, él parecía actuar con total naturalidad al sentarse junto a Maite, ignorando por completo a su esposa.

La mirada de Ariel era tan distante que, cada vez que cruzaba sus ojos con Johana, parecía que evitaba un obstáculo en el camino. Johana ni siquiera tenía ganas de discutir. Sabía que no tenía argumentos ni fuerza para hacerlo.

Solo sentía una incomodidad que le recorría el cuerpo. Ya se lo imaginaba: si Maite estaba en la oficina, seguro tenía un encuentro planeado con Ariel.

El mesero se acercó y le entregó la carta a Ariel. Él pidió algunos platillos, pero Maite le recordó:

—Ariel, no solo pidas lo que a mí me gusta. También encarga algo que Joha disfrute.

Ariel, con el menú en mano, la miró de reojo. Para él, la presencia de Johana sobraba. Y Johana sentía lo mismo: estaba de más en esa mesa. Así que aprovechó para tomar su celular a escondidas.

Justo cuando Ariel le pasó el menú, el celular que Johana acababa de dejar sobre la mesa vibró.

Ella lo contestó de inmediato. La voz de Selene sonó al otro lado:

[—Srta. Johana, el Sr. Farías de Circuito Infinito vino a buscarla. Dice que el proceso del segundo proyecto sigue pendiente y el Sr. Ariel aún no ha firmado. No pueden iniciar el trabajo.]

—Entiendo, regreso en cuanto pueda.

Al terminar la llamada, Johana miró a Maite:

—Maite, surgió algo urgente en la oficina. Debo regresar. Disfruten su comida.

Agarró su bolsa y el celular, y sin esperar respuesta de ninguno de los dos, salió del restaurante.

Apenas cruzó la puerta, respiró profundo: sentía que el cielo estaba más alto que otros días, como si se hubiera quitado un peso de encima.

...

Dentro del restaurante, Maite giró la cabeza hacia Ariel.

—¿De verdad lo van a hacer?

Ariel soltó una risa burlona.

—Sr. Farías, no se preocupe. Ahora mismo busco al Sr. Ariel para que firme el acuerdo. No habrá retrasos para que empiecen.

—Srta. Johana, muchas gracias por su ayuda.

—No es molestia, es parte del trabajo.

—El Sr. Ariel tiene mucha suerte de tener a alguien tan dedicada a su lado. Qué envidia.

Johana lo acompañó hasta la puerta con una sonrisa.

Después de despedir al socio, Selene llegó con su comida y le preguntó:

—Srta. Johana, ¿cómo le fue en la revisión médica hoy?

Johana abrió la caja del almuerzo y sonrió:

—Todo bien, no hubo ningún problema.

—De todos modos, debería cuidarse un poco más, señorita. Una es joven y aguanta, pero el cuerpo se resiente con el tiempo.

—Lo sé, Selene. Prometo que tendré más cuidado.

No pensaba seguir en ese ritmo mucho tiempo. Tampoco planeaba seguir desgastándose por mucho más.

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