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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 89

—Gracias, muchas gracias a todos, de verdad espero que los hermanos mayores puedan orientarme mucho de ahora en adelante.

Después de una breve presentación, todos comenzaron a platicar animadamente, enfocándose en temas técnicos relacionados con su campo profesional.

Johana no pudo evitar sentirse sorprendida. Apenas llevaba tres años alejada de su especialidad, pero el sector de fabricación de equipos había avanzado a pasos agigantados. Además, Avanzada Cibernética resultó ser mucho más impresionante de lo que imaginaba; las áreas en las que trabajaban dejaban a cualquiera boquiabierto.

Cuando terminaron de cenar y el grupo comenzó a despedirse, Hugo se ofreció a llevar a Johana de regreso.

En el trayecto, Hugo le habló de muchos temas técnicos, como si quisiera compensar en un solo día los tres años que Johana había estado desconectada.

Johana escuchaba con atención, sin perder detalle de nada.

Cuando el carro se detuvo frente a la Casa de la Serenidad, Johana se quitó el cinturón de seguridad y, con cortesía, le dijo a Hugo:

—Gracias, señor Hugo. Yo me bajo aquí.

—Anda, ve acostumbrándote. Entre más rápido te adaptes, antes te sentirás parte de nuevo.

—Está bien —respondió Johana, asintiendo antes de bajar del carro.

Hugo bajó la ventana para despedirse una vez más antes de dar la vuelta y marcharse.

Johana observó el carro alejarse por un instante, luego se giró y abrió la puerta del patio para entrar a la casa.

...

En el cuarto principal, justo frente al ventanal, Ariel miraba hacia abajo con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, la expresión tan impasible como de costumbre.

Abajo, en la sala, Johana entró sigilosamente; al abrir la puerta, notó que Daniela y las demás ya estaban dormidas.

Al subir al segundo piso y entrar a su habitación, vio a Ariel allí, de pie junto a la ventana. Cuando él se volteó, Johana casi dio un salto del susto.

Pero enseguida se calmó, y esbozando una sonrisa, le saludó:

—Ya regresé.

Llevaban una semana sin verse. Johana pensó que Ariel volvería a desaparecer como antes, pero resultó que, para su sorpresa, había regresado.

Johana, por su parte, había anticipado una confrontación. Le sorprendió que Ariel no le dijera nada ni se enojara con ella.

Lo observó unos segundos, pero prefirió no decir nada más. Tomó su ropa y se fue al baño.

Al terminar de ducharse y salir, Ariel estaba sentado en la cama, hojeando uno de sus libros de especialidad.

Mientras Johana se recogía el cabello en una coleta baja y se subía a la cama, Ariel, como quien no quiere la cosa, preguntó:

—¿Avanzada Cibernética está desarrollando robots para el hogar inteligentes?

—Así es. —Johana se sorprendió de que Ariel sacara el tema de su trabajo, pero le contestó sin dudar—: Voy a unirme a ese proyecto en la siguiente etapa. Nuestro objetivo es crear un robot de compañía que no solo ayude con las tareas de la casa, sino que también integre sistemas inteligentes de inteligencia artificial para darnos compañía emocional.

—Por ejemplo, que pueda platicar contigo, salir a caminar o ajustar su personalidad según tus gustos. Si es para una persona mayor que vive sola, también incluiría sistemas de seguridad y monitoreo de salud.

—Claro, algunas de estas ideas son mías. Integrar todas las funciones inteligentes en un solo robot y, además, que sea práctico y accesible, requiere mucha más investigación y pruebas.

Ariel no apartó la vista del libro, pero su interés era evidente. Mientras tanto, Johana sentía que, por primera vez en mucho tiempo, podía hablar de su pasión sin miedo al juicio.

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