Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 110

—Pero ya me casé con él por el civil, solo falta la boda.

—Fácil, mañana mismo se divorcian. Total, ni siquiera se han casado por la iglesia. —Era evidente su desprecio por cada miembro de la familia Guerrero.

—¿No podrías darle una oportunidad a Ignacio? Si después de conocerlo sigues pensando que no es un buen hombre, entonces me divorcio.

—¡Tsk, tsk! Y luego dices que no eres una romántica empedernida. Antes, cuando te lo decía, te enojabas.

—Tampoco querrás que me convierta en una mujer divorciada, ¿o sí?

—¡Ja! No me voy a meter en tus asuntos. Si quieres saltar al abismo, ¿quién soy yo para detenerte?

Sabrina no quiso seguir con el tema para no enfadarlo más.

—¿Cuándo vuelves? ¿Puedo ir a recogerte al aeropuerto?

—Qué amable de tu parte, pero guarda las cortesías para cuando regrese.

Sabrina se quedó sin palabras.

—Pensé que no volvías hasta la próxima semana. —Al fin y al cabo, así había sido en su vida pasada.

—Últimamente ha habido muchos ataques terroristas en el extranjero, es demasiado peligroso. Así que decidí volver antes.

Sabrina frunció el ceño. El lugar donde él estaba era Estados Unidos, y Felipe seguía allí. ¿Cómo es que el anciano no había mencionado nada?

Recuperando la compostura, le hizo una invitación entusiasta.

—¿Cenamos juntos esta noche? Invito yo.

—¡Claro que tienes que invitarme! Aprovechando que no estoy en Clarosol, pusiste a mi gente a escribir un guion para ti toda la noche. Y para colmo, ¡una de esas telenovelas cursis! ¿Quién ve eso?

—¡Tú no entiendes! —Por supuesto que necesitaba un guion romántico, si no, ¿cómo iba el director a enseñarle a Ofelia a actuar paso a paso?

—Claro que no entiendo qué diablos tienen en la cabeza los románticos empedernidos.

—Hacía tiempo que no hablábamos, y tu lengua está más afilada que nunca.

—Gracias por el cumplido.

Sabrina no pudo evitar reír.

—¿Entonces, quedamos así? ¿Cenamos juntos esta noche?

—Está bien, aceptaré a regañadientes. Que sepas que la gente que quiere invitarme a cenar hace fila desde Clarosol hasta París.

Sabrina le siguió la corriente con una sonrisa.

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