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Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 141

Sabrina y Adriana bajaron del carro juntas, mientras Melina se quedaba en el asiento trasero para ver el espectáculo.

Germán, al ver que le cerraban el paso, fue el primero en bajar. Tania, en cambio, se quedó en el asiento del copiloto.

Cuando vio que del otro carro bajaban dos figuras de género indefinido, completamente cubiertas y solo con los ojos a la vista, sintió un mal presentimiento. Intentó volver a subir al carro, pero Sabrina lo sujetó por el hombro y le propinó un puñetazo en la cara…

Germán gritó de dolor, pero lo que siguió fue una lluvia de golpes por parte de Sabrina y Adriana. Si una sola ya podía con él, dos eran invencibles. No tuvo la más mínima oportunidad de defenderse.

Tania, al ver la escena, se estremeció y, sin pensarlo dos veces, activó el seguro de las puertas para evitar que, después de acabar con él, fueran a por ella.

Sabrina era la que más se ensañaba con Germán. Cada golpe llevaba la carga de las afrentas de su vida pasada. Con una patada final, lo alcanzó directamente en la entrepierna.

—¡Ah…! —El grito de Germán resonó en la noche. Se dobló, sujetándose la entrepierna, el sudor frío perlaba su frente por el dolor insoportable.

Pero ni así Sabrina y Adriana pensaron en detenerse. Siguieron golpeándolo en sus partes más vulnerables, aunque, eso sí, recordando las palabras de Melina: solo hasta dejarlo medio inútil.

Una vez saciadas, se detuvieron. Melina, que lo había visto todo con claridad desde el retrovisor del carro, también se sintió satisfecha. Por fin había soltado toda su rabia.

Pero, de repente, un atisbo de arrepentimiento la asaltó.

¿Por qué no se había unido a la paliza para descargar su furia directamente sobre el canalla?

Mientras tanto, Tania temblaba de pies a cabeza, intentando agacharse para esconderse, aterrorizada de convertirse en la siguiente víctima.

Sabrina y Adriana no tenían intención de hacerle nada, pero se acercaron para asustarla. Empezaron a patear la puerta del carro, provocando que Tania, en el interior, perdiera el control y se pusiera a gritar.

Pero Germán, que yacía en el suelo, al oír los gritos de Tania, ignoró su propio dolor y se levantó para abalanzarse sobre Sabrina y Adriana.

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